«El optimismo que reinaba en los últimos meses en el sector cultural se ha evaporado con la publicación de los Presupuestos para 2017: el PP mantiene la senda de los recortes», escribe Peio H. Riaño, y eso que el área de Música y Danza sale bien parado: de los 94,20 millones de euros del año pasado sube hasta llegar a los 100 millones. Un 5,7% más. En concreto, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) pasa de 150 millones de euros a 152 millones de euros (+1,6%), pero el Fomento de las industrias culturales baja de los 13,99 millones de euros a los 13,55 millones de euros (-3,15%).
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Pero oye, hay quien advierte de que «el arte ha acabado», como lo hace Viv Albertine, la cantante y guitarrista de The Slits, en conversación con Kiko Amat. Así lo argumenta: «Ahora son los hijos de las clases altas los que marcan el ritmo, pero nunca harán arte rebelde, porque son los hijos de los gobernantes. Nuestros hijos serán ayudadores, serán facilitadores. Tendrán egos más pequeños. Todo eso de subir a un escenario y hacer poses con la guitarra, esperar a que la gente aplauda cada tres minutos… Es patético. Si yo tuviese diecisiete años no pensaría que lo radical es estar en un grupo. Me parecería la opción más cómoda y aburrida. Preferiría ser un activista, o un abogado de derechos humanos, un estudiante de química…».
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Por suerte, hay artistas jóvenes que no piensan igual, pero en cualquier caso no es fácil rebelarse. Como ejemplo, las palabras de Khaled, de Los Santos (la última versión de Pxxr Gvng), quien aconseja a los chavales que no se dejen engatusar por las marcas. «Claro, que no pongan el culo, directamente. Que no pasen por el aro… Si nosotros hemos hecho el disco solos también es por eso, nunca hemos pasao por el aro. Si nosotros tuvimos el roce este con Sony también por esto. Y este disco le hemos hecho nosotros, ya están en YouTube ya está en iTunes, ya está en to’ los laos. El sello también le hemos hecho nosotros… Todo esto es una manera de que los chavales caigan en la cuenta de que no les hace falta ninguna discográfica, que pueden hacerlo solos también. Que no hace falta firmar ni hace falta ná. Es decir vamos a hacerlo y punto. Las discográficas ahora mismo están pa’ atrás, están intentando ponerte un micrófono para espiarte y quitarte las ideas». Habla con Alicia Álvarez.
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Al fin y al cabo son realidades de periferia, ya sea geográfica, social o mental, pero de ahí es de donde suele venir el arte, aunque acabe quedando absorbido por un centro de poder. La historia se repite. Por suerte y por desgracia. En Valencia mismo, los límites de la ciudad son indiscutibles, pero la imaginación y la necesidad de proyectos que sirvan de puente entre los ciudadanos y el sector cultural no se acaban. Al cruzar los límites del término municipal siguen los proyectos e iniciativas: danza, música, teatro y pintura también son el punto de partida de microfestivales que sirven de paraguas para potenciar la programación cultural en distintas localidades, acciones que con las que se podría trazar un mapa de actividad por toda la Comunitat.
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