Sin ánimo de generar ningún alarmismo social, si la administración no empieza a tomar medidas, los locales de música en directo en nuestras ciudades pueden tener los días contados.
En países como el Reino Unido y ciudades como Berlín, Lion y Chicago, ya hace un tiempo que se desarrollaron distintas normativas para proteger las actividades musicales. Se dieron cuenta de que una falta de políticas protectoras provocaba el aumento de viviendas en zonas, anteriormente poco pobladas, en las que se habían establecido años atrás las salas de conciertos y clubs. La consiguiente gentrificación y las molestias que el público en las calles podía llegar a ocasionar a los nuevos residentes hacían aumentar la presión para que ese tipo de actividades desaparecieran del lugar.
Así pues, observaron que una gran parte de la red de espacios de música en directo de las ciudades estaban en peligro de extinción y, con ello, también entraba en riesgo el atractivo patrimonio cultural, tanto para los habitantes de esas ciudades como para sus visitantes.
Es solo una cuestión de voluntad política el establecer medidas que tengan en cuenta las actividades musicales existentes al diseñar urbanísticamente nuestras ciudades y no generar conflictos donde no los había. Debe haber espacio para todo y es trabajo de las administraciones buscar la manera de encontrar ese encaje.
La música es un bien cultural que hay que proteger y potenciar, en especial las salas y clubs donde los artistas pueden exponer sus creaciones en directo, ya que son espacios imprescindibles para desarrollar la música de base y acercarla al público durante todo el año en espacios de proximidad.
Lluís Torrents
Gerente Sala Razzmatazz/Miles Away
Presidente de la Associació de Salas de Concerts de Catalunya (ASACC)
Artículo publicado originalmente en el VIII Anuario de la Música en Vivo