Cruïlla 2017. Fotos: Laura Santiago

Cruïlla gastro: bravas, buns y algo más

Artículo de la periodista Laura Santiago

Gastamos 46 euros entre dos en las dos noches del festival Cruïlla de Barcelona. Con la despreocupada alegría con la que se gasta el dinero cuando solo tienes que hacer un movimiento de muñeca para pagar, previa recarga del chip que llevábamos en la pulsera. Nos habían avisado de que la oferta gastronómica era amplia. Y lo era.

Buena también. Variada quizás no tanto. ¿Que te apetecía una hamburguesa? De vacuno, pollo, veganas, rebozadas, de albóndigas, eco… ¿Que querías un bocadillo? Ay amigo. Alguna opción de tortilla de patatas, pero poca barra de pan. Hubiéramos movido la muñeca como locos ante un food truck de Entrepanes Díaz o por una secuela del ya clausurado Fastvínic (¡vuelve!). Pero para qué quejarse. Cenamos bastante bien.

Empezamos con las bravas de El filete ruso (4,5 euros), crujientes y picantes, y el espectacular chicken bun de Eureka Street Food, de pollo marinado en chipotles, con limón, miel y salsa cremosa de chipotle (6 euros). Una lástima haber rematado un sabor tan sutil con el perrito caliente con bacon, salsa barbacoa, cebolla y queso fundido de The Dog is Hot (5,5 euros): una bomba que nos repitió el resto de la noche.

Cruïlla 2017
Cruïlla 2017

Buscando algo dulce con lo que rematar la cena encontramos los smoothies de La Catusa Caravan Bar (4,5 euros), el helado de mango y leche de coco (4,5 euros) de Väcka, el tiramisú de La Porchetta (3,5 euros) y los creps dulces de Maria una crep (entre 3 y 4,5 euros). Nos habría encantado sentarnos en las gradas a ver a Kase-O con una terrina de helado, aunque sea un poco viejuno, pero lo suplimos con un crep de chocolate y plátano (4,5 euros) que resultó ser muy digno.

La noche siguiente nos costó menos decidir. Con todas las opciones más que repasadas, elegimos el cono de patatas a las cuatro especias con calamares fritos y mayonesa oriental de Kraken (6 euros). Muy bueno, pero por favor: ¡Más salsa! Lo rematamos con un panecillo artesano de masa madre con butifarra, cebolla crujiente y salsa de tomate casera, sellado con un invento bastante loco de clara de huevo al punto de nieve de Okinovo (7 euros), con un cierto gusto a bocadillo de boloñesa.

Cinco cervezas pequeñas acabaron por sumar los 46 euros a nuestra cuenta, por lo que antes de irnos a casa pasamos por una de las taquillas para recuperar los cuatro euros que sobraron de los 50 que habíamos cargado en la pulsera. Mucho más fácil y rápido que en otros festivales en los que habíamos acabado perdiendo el dinero, sobre todo por no encontrar el momento de reclamar la calderilla en los días posteriores. Lo peor, que con la resaca del día siguiente llegué tarde a la pastelería del barrio y no encontré cruasanes de chocolate para el desayuno. ¡Y con el desayuno del domingo no se juega!