A Dr. Calypso nunca les han gustado las cifras redondas. Por esta razón celebraron sus 26 años y, por eso mismo, se niegan a pasar de los 30. Como un grupo de 10 folclóricas, los Calypso se separan por no convertirse en dinosaurios, así que preparan las maracas, las gafas de sol y una muda limpia porque esta celebración será la última. Os parecerá que siempre han estado allí, que los visteis durante los años de instituto en alguna sala que ya no existe y hace unos meses en unas fiestas populares donde todo el mundo se agarraba fuerte y cantaba algún himno con más alegría que solemnidad.
Y será todo verdad, porque los Calypso llevan casi tres décadas siendo el arma (no tanto) secreta de las fiestas, el grupo que nos enseñó a bailar, como dice el Kiko Amat, con «el nivel de flotación más bajo y el nivel de diversión más alto «. Pioneros de la escena skatalítica y uno de los tótems más movidos de la escena catalana de las últimas tres décadas, los Calypso se han mantenido fieles a su idea: tocar diferentes palos jamaicanos sin hacer revival ni convertirse en museo, practicando la «carretera y manta», formando parte del imaginario festivo de diferentes generaciones y manteniendo la llama viva hasta llegar a la madurez sin envejecer ni hacerse el Peter Pan para apagarla ellos mismos en su mejor momento de forma, que es hoy y ahora. Como siempre ha sido.
La despedida les llevará por toda Cataluña -incluso a Olot! -, dibujando la conga más larga que jamás haya visto Google Maps, y será alegre. No hay otra opción: 30 años luchando contra un mundo sin color merecen una última celebración.