Nueva generación promotores
Fotografía de Andrea Font

El relevo de los jóvenes

“Yo he tenido una infancia totalmente normal, pero este no es un trabajo con horarios normales, y eso desgasta”. El que habla es Aleix Ramoneda, hijo de Tito Ramoneda, cofundador y presidente ejecutivo de The Project. Tiene 22 años y trabaja en el departamento de producción de la promotora.

Nadie pondría en duda su segunda frase. Muchos, en cambio, le discutirían la primera. Porque irse de gira por España con Woody Allen a los ocho años con tu padre y tu hermano no es normal, y él lo ha vivido. En la cuarta fecha, en Santander, hartos de las excentricidades del artista, decidieron darse un descanso y padre e hijos se fueron a comer por su cuenta a un buen restaurante. Al llegar, les dieron la bienvenida y les anunciaron que habían tenido la “gran suerte” de conseguir una mesa al lado del famoso director de cine y músico. Su padre pidió por favor al metre que les cambiara de sitio. Lo hizo. Pero los niños son imprevisibles. En el baño, donde habían ido a lavarse las manos, el hermano pequeño de Aleix le echó a éste el bote de jabón por la cabeza. Su padre llegó y se encontró con el pitote. Para solucionarlo, lo metió debajo del grifo, y el pelo de Aleix empezó a soltar espuma. En ese momento Woody Allen se sumó a la escena. ¡Ni que la hubiera escrito él! De paso, el director aprovechó para pedir al promotor si le podía abrir la luz del lavabo. No quería tener que tocarla. Muy normal no es.

De hecho, no es normal tampoco que a los cuatro añitos subas a un escenario con un ramo de flores más grande que tú mismo para darlo a una artista como Rosana. Ni que cante su última canción contigo en su regazo. Y eso le ha ocurrido a Carlos Pérez, el pequeño de los dos hijos de Martín Pérez, director de Concert Studio. Tampoco es normal encontrar una foto tuya en el álbum de tu madre en la que eres un bebé y te tiene en brazos el mismísimo Dizzy Gillespie, como le pasó a Pablo Martí, hijo del director de Serious Fan Music, Julio Martí. Nada de eso es normal para el común de los mortales. Pero empieza a serlo para los hijos de una industria que nació con los albores de la democracia española y que empieza a vivir su primer relevo generacional.

“Siempre me he querido dedicar a esto. No he visto nunca en mi vida otra opción”, Claudia Calvo, L.A. Rock

No son los primeros hijos que asoman la cabeza, pero sus predecesores son ejemplos aislados. Es el caso de Juan Antonio y Dani Rodríguez, gerentes del Grupo Mundo, una empresa que se fundó en los años 50, mucho antes de que los conciertos de rock llegaran a España. O Virginia Bezares, quien en 2011 tuvo que ponerse al frente de Producciones Musicales Iregua al morir su padre, Francisco Bezares. O incluso Sergi Rosselló, sobrino del otro fundador de The Project, Joan Rosselló, también en el equipo de producción y uno de los maestros de Aleix en la profesión.

Esto va de familias

La hija de Joan Rosselló, Paula, estudia Periodismo y también ha pasado por The Project. La familia crece y lo hace hacia dentro. Pablo Martí, tras estudiar Comunicación Audiovisual, empezó a trabajar en el departamento de comunicación de Serious Fan Music. Su hermana Laura ha sido jefa de sala en la última edición del Festival Noches del Botánico, del que su padre es director artístico. Los hermanos Martín Pérez y Carlos Pérez entraron en Concert Studio justo al acabar su periodo de formación y ahora se dedican a la dirección de proyectos: uno se encarga del Festival de Pedralbes y el otro, del de Cambrils. Casi nada. Adrián Martínez entró en la industria de la mano de su tío, Paco Martínez, director general de Live Nation España. Fue él quien en 2013 le propuso salir del sector tecnológico para entrar como director financiero en una agencia de representación de artistas de EDM en Ibiza. También fue él quien en abril de 2017 le propuso entrar en Live Nation Barcelona. Aquí puede ser él mismo.

En casa de María Argomániz tampoco parecía que hubiera mucha escapatoria. Su padre hoy es profesor de inglés y director de la academia oficial de idiomas de Donosti, pero de joven tuvo un grupo de música y eso es lo que motivó a su tío, Íñigo Argomániz, director de Get In, a entrar en el sector. Su otro tío por parte de madre, Iñaki Maylin, también está en la promotora. Él es quien le ofreció sus primeros trabajos en la industria del directo. El primero fue, por ejemplo, llevar el merchandising en un concierto de Bon Jovi.

“Cuanto más me he ido metiendo en el sector, más he pensado ‘joder lo que ha montado y joder lo que quiero montar yo’”, Roberto Martínez Lagarrigue, Under

La mayoría empezaron así. Claudia Calvo, por ejemplo, la hija del director de L.A. Rock Marcos Calvo, ayudaba a su padre mientras estudiaba, y asumía tareas que iban desde poner sillas a coordinar el Meet & Greet con los artistas. Tenía claro que eso no se iba a quedar allí. “Yo nunca he sido fan de nadie porque lo he vivido como algo muy normal. Y siempre me he querido dedicar a esto. No he visto nunca en mi vida otra opción”, dice. Empezó a estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, pero estaba desmotivada hasta que hizo un curso de Music Business en SAE: ese iba a ser su camino. En 2013 entró como becaria en Sony durante cuatro meses. Pasó por Live Nation Madrid, donde coincidió con Roberto Lagarrigue, hijo de Rosa Lagarrigue. Participó en dos festivales DCode, con el tiempo suficiente para darse cuenta de los “ritmos locos” de la industria. Y de ahí se fue a Miami para trabajar un año en GTS Universal. Estuvo en los premios Billboard, en los Grammy, se introdujo en el mercado latinoamericano y saltó a las oficinas de Buenos Aires. Hasta que volvió para ser jefa de producto en Madrid.

De la familia al equipo

En DCode es donde empezó Pau Grima, hijo de Robert Grima, presidente de Live Nation Madrid. Fue César Andion, uno de los cargos de la empresa, quien le preguntó cuando tenía solo 16 años si quería llevar el perfil del festival en una red social que estaba emergiendo justo en ese momento, Snapchat. Grima aceptó encantado. “Parecía fácil”, recuerda. Pero llegaron miles de mensajes, miles de preguntas. Empezó a sentir presión. Y ese año, en 2015, Sam Smith canceló su actuación. Mucha gente se enteró por él. “Lo comuniqué y se me colapsó el móvil”. Asegura que casi pasó miedo, pero le sirvió para aprender a manejar una situación de alta complejidad como pudo ser aquella. Por supuesto, contó con la ayuda del resto del equipo de comunicación del festival.

Al año siguiente volvió a trabajar en Dcode. Esta vez, las redes las llevaron otros. Él estuvo en el backstage, gestionando todo lo que hiciera falta para que los artistas se sintieran cómodos. Lo interpretó como un paso adelante. “Pasé a estar menos de cara al público, pero donde el trabajo se ve mucho más, con la gente yendo de arriba para abajo. Y ahí decidí que quería dedicarme a esto”. Asegura que en ese momento se dio cuenta de que organizar un festival era proveer de felicidad al público de manera indirecta.

“Hace falta que el hombre quiera dejar paso”, Giulia Sagliocco, Live Nation Barcelona

Esa lección de vida la vivió en términos muy parecidos Roberto Martínez Lagarrigue, quien hizo prácticas en Live Nation ayudando, justamente, a Andión. Pero la revelación no la sintió en España, sino en Bélgica. Tenía 16 años y había viajado con sus amigos al Tomorrowland. “Nos colamos en el backstage y ver por detrás un macrofestival como ese me hizo volver y tener claro a lo que quería dedicarme, ya fuera como artista o siendo parte del equipo de realización”. Empezó entonces a producir música. En la universidad se ganó cierta fama como artista y lanzó su primera fiesta en el sótano de su casa: congregó a 40 personas. Al poco, hubo una segunda: 90. Cuando vio que era capaz de doblar esa cantidad, y de meter a 180 personas en su casa, dio el salto a una discoteca de Madrid, Goya Social Club. En febrero de 2015 celebraron la primera fiesta abierta al público y arrancaron con una frecuencia de una al mes. La llamó Under. “Antes eran solo caras conocidas, hoy no conozco a casi nadie”. Él solo, con la ayuda por el camino de varios amigos, hizo crecer algo desde cero. El año pasado formalizaron la empresa. Su propuesta no se parece en nada a lo que lleva RLM, pero la presencia de su madre siempre ha estado ahí, aunque sea como hito a superar. “Cuanto más me he ido metiendo en el sector, más he pensado ‘joder lo que ha montado y joder lo que quiero montar yo’”, sentencia.

Giulia Sagliocco, hija de Pino Sagliocco, presidente de Live Nation Barcelona, no tenía para nada claro si quería entrar en el sector. De hecho, empezó a trabajar en moda, pero su padre insistía en que tenía que seguir el “legado familiar”. Trabajar con él lo veía “imposible”, pero lo hizo y le gustó. Pasó primero por Mercury Wheels y empezó en Live Nation Barcelona en mayo de 2017. Eso sí, critica que el sector sea “un mundo de hombres”. Y lo es, entre otras cosas, por las dificultades que conlleva ser madre en una industria sin horarios.

 

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