La precariedad de la contratación en la música en vivo, a debate

Es evidente que no es lo mismo la fiesta mayor de un municipio con apenas unos miles de habitantes que un festival como el Primavera Sound. Tampoco es igual la sala Continental de Barcelona, con un aforo de 120 personas, que el Palau Sant Jordi. Y cuando nos metemos a investigar cómo funcionan los músicos nos encontramos con una situación para cada caso. Al haber tantas casuísticas y una ley que solo contempla una se dan numerosas dificultades para aplicarla. ¿Resultado? Precariedad. De eso trató la charla sobre la contratación de artistas dentro del ciclo ‘Coordenades’.

Participaban Andrea Leunda, abogada del Sindicat de Músics Activistes de Catalunya (SMAC); Guillem Arnedo, musico, presidente de l’AMJM y miembro de la junta directiva de la Acadèmia Catalana de la Música; Patricia Gabeiras, doctora en Derecho y directora general de la Asociación de Festivales de Música (aunque dejó bien claro que no hablaría en nombre de la asociación); y Eduardo Maura, portavoz de Cultura de Podemos en el Congreso de los Diputados. Condujo el debate el periodista Roger Roca.

También se encontraban presentes Eduard Arderiu y Olga Ábalos, que presentaron un informe sobre esta temática. Y otros participantes que aportaron sus opiniones una vez concluida la mesa redonda: Gerard Quintana, músico y presidente de la Acadèmia Catalana de la Música; Carmen Zapata, gerente de la Associació de Sales de Concerts de Catalunya (ASACC); Daniel Granados, asesor en la presidencia del Institut de Cultura de Barcelona; Javi García, delegado por la comisión laboral de la Associació de Representants, Promotors i Mànagers de Catalunya (ARC) y Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM).

La contratación de artistas: un interminable debate

Arnedo destacó tres problemas: la poca representación sindical (los músicos no pueden firmar convenios colectivos por ese motivo), la intermitencia («estamos desprotegidos entre bolo y bolo, pero nosotros seguimos siendo músicos: seguimos componiendo, ensayando…») y que la cuota del autónomo es prohibitiva para un músico emergente. Añadió que ahora es el momento ideal para solucionar este problema, coincidiendo con la presentación del informe y la puesta en marcha de la comisión en el Congreso para disponer de un Estatuto del Artista.

Para Leunda, el músico debería estar contratado siempre y no debería enviar factura nunca. Dio su punto de vista de jurista y agregó que no solo tiene la visión de la industria musical, sino que también trabaja para el sindicato de actores y de danza, y que en ambos se hace de esta manera. «La contratación es la base de los derechos de los trabajadores, y un músico es un trabajador«, sentenció.

Eduardo Maura, por su parte, explicó algo curioso: la transformación en la cultura empresarial desde el 85 hasta hoy. Y es que los agentes manifiestan su deseo de mantener las relaciones mercantiles. Pero para él la ventana de establecer relaciones laborales debe estar abierta. Aboga por una regulación, da igual cómo, pero que sea sostenible.

Y Patricia Gabeiras: «El músico está en una situación de debilidad frente a una serie de contratantes». Está de acuerdo con Leunda en que la ley del 85 es válida, pero admite que es incompleta, pues no siempre se establece relación laboral entre el organizador y el músico. Para saber cómo es el tipo de relación entre contratante y contratado las palabras clave son ajenidad y dependencia. Y se embarcó en un monólogo para explicar estos dos conceptos desde su punto de vista. De vez en cuando los otros panelistas intervenían, añadiendo, por ejemplo, que este debate filosófico era importante pero también lo es definir cuándo un músico es profesional y cuando es amateur. O que las partes no pueden decidir el tipo de contrato que quieren, ya que esto da lugar a más precarización.

También intervinieron los agentes que estaban en la fila zero. Quintana: «Yo me hice músico porque no quería que nadie me mandase«. Al cantante de Sopa de Cabra le preocupa que el escenario sea una mínima parte del trabajo del músico: «¿Quién nos da de alta cuando estamos ensayando? ¿Quién nos da de baja cuando no hacemos bolos?», añadió. Zapata agregó que «no hay una única forma de relacionarse con un artista”. Explicó que para una sala pequeña es insostenible dar de alta a los músicos, y a veces ni siquiera es lo que quieren (porque tienen otro trabajo, porque están en el paro, etc).

Como promotor y presidente de APM, Salmerón dijo que la aspiración de los promotores es que todo este debate sirva para clarificar la situación. «Esperemos que nos proporcione un marco para poder trabajar correctamente porque ahora todos estamos inmersos en un marco extraño», denunció. Y por esta falta de regulación se están llevando a cabo, sin quererlo, malas praxis desde hace tiempo (destacó que solo se está hablando de la música en vivo, pero el debate también es aplicable a la figura del mánager). García resumió el problema: «El marco legal tiene que cambiar«.

Informe sobre la precariedad de la contratación en la música en vivo

Antes del debate se presentó en la antigua Escuela Massana de Barcelona un informe sobre la precariedad de la contratación en la música en vivo. El evento se enmarcó dentro del ciclo Coordenades, una serie de debates y presentaciones que pretenden crear procesos de innovación para las políticas culturales de Barcelona. Todo bajo el paraguas de Cultura Viva, según Daniel Granados, un espacio de investigación, de reflexión y de acción que quieren promover políticas públicas sin estar estrechamente vinculados a la administración pública. Añadió que estamos ante un «cambio de paradigma» y que la política cultural no debería centrarse solo en programar, sino también en generar redes y tejidos que aglutinen varias empresas y proyectos.

Eduard Arderiu y Olga Ábalos presentaron la investigación ‘La música en viu a través d’espais, sales i plataformes independents de Barcelona’ (La música en vivo a través de espacios, salas y plataforma independientes de Barcelona), elaborada por la propia periodista, así como el informe previo sobre el marco jurídico y las relaciones contractuales en la música de la ciudad. Dicha presentación fue extensa y detallada. Algunos titulares:

«El 30% de las salas de Barcelona se encuentran en Ciutat Vella»

«Casi el 70% de las salas de conciertos de Barcelona son de pequeño formato»

«Casi un 8% de las salas de Barcelona programan casi de manera diaria y, a veces, dos conciertos en una misma noche»

«Los tablaos y las programaciones para turistas representan unos 6000 conciertos al año, y suponen el 40% de las actuaciones totales programadas en Barcelona»

«Se calcula que hay unos 120-130 espacios que programan música en directo de forma regular»