España es un país capaz de generar los más más grandes proyectos, pero la experiencia nos dice que tenemos también grandes dificultades para mantenerlos en el tiempo. Por esto, antes de nada, vaya por delante mi felicitación por el décimo aniversario del Anuario de la música en vivo de la Asociación de Promotores Musicales, un proyecto empresarial dedicado, con tenacidad y esfuerzo, a tomar el pulso al panorama de la música en vivo en España.
Son diez años en los que ha transmitido los profundos cambios que se han producido en la industria musical, siempre con la ambición no solo de activar las redes y alianzas entre los profesionales, artistas, y todos los que siguen y defienden el directo, sino de atraer a un público cada vez más diverso y disperso, desde los amantes del folk que tienen en Galicia un centro neurálgico en Ortigueira, a aquellos chirigoteros que esperan cada año las ironías de las peñas de Cádiz, pasando por los clubes de improvisación jazz, los tablaos, las salas de conciertos y las charangas tradicionales de los cuatro puntos cardinales de la península.
La música es una forma de expresión universal conectada al ser humano en todos los momentos de su vida y, antropológicamente, es uno de los aspectos más relevantes de la cultura de todas las sociedades. Celebramos con música los grandes acontecimientos de nuestra vida, brindamos con música las alegrías y con música espantamos al miedo. La música, más aún desde el advenimiento del pop, refuerza los lazos generacionales y se imbrica irremediablemente con nuestra realidad social y política.
El nuestro es un país de música en directo, de escenarios en las plazas, de compartir en vivo, y con otros, grandes éxitos, canciones del verano, música para minorías… y hoy es, además, uno de los principales destinos de los festivaleros, un nuevo género de melómano que ha hecho de la música en directo en España uno de los pilares fundamentales del creciente sector del turismo cultural.
La música en vivo facturó en 2018 en España un 24 por ciento más que en 2017, superando los 333 millones de euros, la recaudación más alta de los últimos años. Desde el Ministerio de Cultura y Deporte felicitamos a todos los profesionales que han hecho posible este crecimiento, no solo de facturación, sino en número de asistentes, con más de un millón de visitantes a los principales festivales.
Reinventarse es un gran compromiso, y la música en directo se enfrenta hoy a una gran competencia a gran escala. Nada oscurece más este paisaje que la reventa incontrolada de entradas que pueden llegar a tener un sobrecoste del 147 por ciento de media, y por eso trabajamos para que esta realidad deje de ser noticia. En este sentido, es importante recordar que, el pasado mes de octubre, el Ministerio en colaboración con las comunidades autónomas reunidos en la Conferencia Sectorial de Cultura acordamos trabajar en una legislación estatal sobre la reventa telemática de entradas.
Hoy, más que nunca, la tecnología se ha puesto al servicio de la música, para crearla y para escucharla, para llevarla con nosotros y para descubrir nuevos temas, nuevos grupos, a través de servicios como iTunes o Spotify. ¿Por qué seguimos, entonces, yendo a conciertos? ¿Por qué todos guardamos en la memoria aquella actuación tan especial?
En el campo cultural, los conciertos y los festivales, por su naturaleza flexible, ecuménica, versátil y su capacidad de mezclar nuevos lenguajes expresivos, son experiencias colectivas de encuentro con conocidos y desconocidos, son pasarelas de moda, son escenario de tendencias y, envolviendo a todo esto, está la música.
La música requiere del factor humano porque es la abstracción total y, por tanto, la emoción total. Las máquinas no podrán transmitir las emociones de un concierto en un gran estadio ni la intimidad que se logra en una sala pequeña, a ras de aliento, esa vibración única, ese código interno que nos conecta a los que estamos como público con las personas que trabajan para que nosotros disfrutemos.
Enhorabuena por estos diez años. Que la música nos siga guiando en este viaje.
José Guirao Cabrera
Ministro de Cultura y Deporte
Este texto ha sido publicado como editorial en el décimo aniversario del Anuario de la música en vivo