¿Cómo recordaremos, musicalmente, 2018? No fue el año que perdimos a David Bowie, ni a Leonard Cohen, ni a Prince, como ocurrió en 2016, pero sí nos han dicho adiós Aretha Franklin, Charles Aznavour, Dolores O’ Riordan y Maria Dolores Pradera, entre otras tristezas.
Por suerte, la música no se apaga cuando fallecen sus autores y sus intérpretes. Sigue viva. En nuestras casas, coches, teléfonos y escenarios. Las canciones nos siguen acompañando. Son el corazón de todo. Resisten a esta era tan difusa y extraña en la que la gente accede a la música sin orden, atención ni contexto, lejos de nuestras ceremonias de los noventa, donde escuchábamos un disco de principio a fin con el libreto en la mano. Lo mejor que tiene esta era es que podemos acceder a todo sin límites. Lo peor es eso también.
La revista Efe Eme, de la que estoy al frente, ha cumplido 20 años en 2018. La mejor lección que he aprendido en la música -y en la vida- es que sobrevive el que mejor se adapta. Son tiempos de creatividad y reinvención. Los músicos saben que tienen tres minutos (o menos) para conmovernos, emocionarnos y atraparnos en su red. Y cada vez se ponen el listón más alto. Ahí están los nuevos discos de Marlango, Tarque, Zahara, The New Raemon, Nacho Vegas e Ilegales; la interesante generación de Morgan, Dolorosa y Carmen Boza y los magníficos discos en directo de Amaral, Coque Malla, Robe, Miguel Ríos y Santiago Auserón. En lo internacional, también han pegado fuerte Father John Misty, Elvis Costello, Cat Power, Arctic Monkeys, Françoise Hardy… y luego, lejos de unos y otros, tenemos a Rosalía.
Ella es nuestra revolución mediterránea, la figura más impactante de este 2018. Ha llegado rompiéndolo todo el mismo año que Rosendo se ha bajado de los escenarios. Una y otro tienen poco que ver, pero ambos encarnan un eclecticismo saludable. Abramos la mente a todo lo que nos están ofreciendo los artistas. Sigamos disfrutando de todos aquellos que conjugan talento, honestidad y emoción.
Arancha Moreno
Directora de Efe Eme
Este texto ha sido originalmente publicado como apertura de sección en el décimo aniversario del Anuario de la música en vivo