Innovando con las marcas

Artículo de Roberto Carreras y Carlos Jean, de Muwom, para el ‘V Anuario de la Música en Vivo’

Internet y la tecnología han provocado un entorno negativo para los viejos modelos de negocio, pero lleno de oportunidades para encontrar nuevas fórmulas, actores y artistas. La clave es adecuarse al cambio de comportamiento del público a la hora de consumir música para saber cómo llegar al éxito. La red ofrece cientos de herramientas a coste cero que permiten que los consumidores no solo le den al play, sino que sean protagonistas. Por eso, la música debe centrarse cada vez más en el fan, en el contenido y, sobre todo, en la personalización de la experiencia.

La distribución de música en formato físico va camino de convertirse en un elemento para coleccionistas, mientras que fenómenos como YouTube o Spotify muestran la dimensión social que está adquiriendo la industria: la música se consume, se comenta y se comparte. El advenimiento digital ha sido posible gracias al incremento en popularidad de los smartphones, las tabletas y las apps, que permiten completar un ciclo de experiencias donde buscar, descubrir, adquirir, consumir y compartir la música. Y este canal digital es ya una realidad, incluso en la vertiente económica. Según la IFPI, los canales digitales son la tercera fuente de ingresos de la industria musical, y en mercados como el Reino Unido y los Estados Unidos, las ventas de música digital superan a la física desde hace un par de años.

¿Cómo convertir las herramientas que ofrece la música digital en oportunidades para los artistas? Esta es el área en la que trabaja Muwom desde el 2009. La empresa ha sido como un blandiblú, que se ha ido metiendo por los huecos que el mercado ofrecía para acabar desarrollando programas de marca y patrocionios asociados a aquello a lo que realmente las personas son fans: la música.

El primer experimento fue con Hombres G, cuando lanzamos un proyecto sin discográfica y apoyado totalmente en internet y en las redes sociales. El éxito los convirtió en el primer grupo en llegar a los 100.000 seguidores en Twitter. El plan fue a más gracias a la colaboración con Peugeot. Aprovechando la campaña de rediseño del modelo 207 generamos una serie de entrevistas dentro del coche, conciertos espontáneos, streamings desde el local de ensayo… Acciones que gozaron de mucha notoriedad.

Después de aquella primera prueba arrancamos con mayor éxito acciones como el Plan B, en colaboración con Ballantine’s, o el Music Experience, patrocinado por Coca-Cola y que está permitiendo girar a los nuevos artistas y descubrir nuevo talento en el país.

Todas estas acciones tienen que ver con la monetización de la actividad 2.0. Ya no estamos en Woodstock, donde el rock era una revolución. La gente entiende que todo lo que ve y escucha lo tiene que pagar alguien, y las marcas están ahí para eso. Pero no se trata de vender un tuit, sino de integrar al patrocinador en un proyecto mirando el ejemplo que da la televisión: se generan contenidos y se busca la manera de hacer partícipe a la publicidad. Las compañías tradicionales aún creen que tienen un proyecto propio y que las marcas van por libre. Creen que si su artista pone la cara en un anuncio tienen el trabajo hecho. Pero en el Music Experience, todas las acciones y los conciertos están bajo el paraguas de Coca-Cola. Ahí está la monetización, en la relación win-win entre empresa y artista. La gente no quiere ver la bandera del patrocinador en un concierto. Lo que quieren es ver un proyecto completo.