En los años que llevo tocando como músico y haciendo programas de radio sobre música y músicos he tenido la suerte de conocer a muchos músicos y bandas, algunos locales y otros desconocidos, otros de talla internacional y larga trayectoria. Y todos los que he conocido tenían su Myspace (aquella comunidad para músicos que funcionaba como escaparte musical y que sirvió de plataforma de lanzamiento para grupos como Arctic Monkeys), todos tienen Facebook, muchos tienen página web, aunque algunos la han sustituido ya por un blog, e incluso muchos tienen su propia cuenta en Twitter.
Hace algún tiempo entrevisté a un grupo superjoven: Suite. El mayor tenía ¡¡19 años!! Además de todos estos recursos que acabo de mencionar, estos músicos estaban ya distribuyendo su música en iTunes y Spotify. Como emprendedores, estos jóvenes no tienen precio ni parangón. Su música ya se está escuchando en rincones de todo el planeta y están consiguiendo buenos resultados tanto promocionales como de convocatoria en sus conciertos.
Buenos ejemplos a citar aquí también serían Lady GaGa, Justin Bieber, Manel y Els Amics de Les Arts, cuatro buenos casos de cómo apoyarse en las redes sociales para comunicarse con el público y posicionarse lo mejor posible.
Últimamente, y sobre todo a raíz del triunfo de las redes sociales, suele decirse que el mercado ya no son transacciones, sino que son conversaciones. Pues bien, ya ven que los músicos siempre se han esforzado por mantener el diálogo con sus fans, y como estamos en la sociedad de la información y la comunicación, echan mano de todos los recursos disponibles para ello.
No sabemos cuáles serán las novedades tecnológicas que están por llegar, pero lo que sí puedo asegurarle es que, sean cuales sean, los músicos serán los primeros en adoptarlas. Las empresas deberían hacer exactamente lo mismo. Si a los músicos les funciona, ¿por qué a las empresas no va a funcionarles?