No soy sociólogo, pero puedo ver tan claramente como usted que el gran rebaño humano es perezoso, comodón y no está exento de una cierta dosis de cobardía. A veces da vergüenza pertenecer a esta especie (solo hay que poner las noticias para experimentar ese sentimiento). Pero en ocasiones uno siente orgullo de ser un ser ser humano. A mí me sucede cuando asisto a conciertos y a otros espectáculos artísticos (teatro, ópera, etc.). Ahí es donde la humanidad demuestra su grandeza. Unos seres humanos se esfuerzan por emocionar a otros, por enseñarles cosas, por hacerles reflexionar. En la antigua Grecia el teatro se consideraba a las claras una especie de terapia. El público asistía a las representaciones buscando su dosis de emociones. Esas emociones catalizaban el llanto, la risa y toda una amalgama de emociones humanas que desencadenaban pequeños avances en las conciencias individuales de los asistentes. La tragedia griega era en el fondo un ritual terapéutico para el pueblo. Hoy en día se ha perdido esa conciencia sobre lo que es el arte debido a su mercantilización, lo que ha provocado la aparición del debate sobre si el arte es ocio o es cultura.
Los músicos son unos seres humanos privilegiados y especiales porque consiguen que haya personas pendientes de lo que ellos tienen que contar. Son líderes sociales naturales. Su excentricismo ayuda a desplazar los epicentros de la conciencia social y, por lo tanto, impulsa el progreso ético y moral. Esa es la razón por la que toda civilización necesita artistas para hacerla avanzar. Sin ellos solo habría progreso tecnológico, sin progreso ético ni moral. Será por algo que a lo largo de la historia siempre que ha habido una guerra, invasión o revolución los artistas han sido de los primeros en caer ejecutados, ya que los regímenes totalitarios tienen muy claro que hay que acabar con todo aquél que, en primer lugar, tenga una sesibilidada y espíritu crítico que le habilite para pensar por sí mismo y, en segundo, tenga una repercusión social significativa (es decir, que haya personas que valoren sus ideas).
Y de todos los artistas los músicos son los que han conseguido más repercusión social. Primero y sobre todo, por el formato de su arte (básicamente en audio), que consigue que hoy en día uno pueda disfrutar de él mientras conduce en su coche, o mientras practica deporte, o mientras trabaja. Y segundo (y esto es mérito propio de los músicos) por su manera de relacionarse con su público: directamente si pueden. Esto no sucede así con el teatro, la pintura, la literatura, la escultura, el cine o cualquiera de las otras artes.
Al publicar esta noticia, Coldplay tiene más de 14 millones de seguidores en Twitter; Ozzy Osbourne 4 millones y Lady Gaga ya llega a los 44 millones. ¿Entiende ahora a lo que me refiero cuando hablo de repercusión? Si a Coldplay se le ocurre denunciar algún tipo de injusticia, o de avisar al mundo de la aprobación de alguna ley injusta, o de algún tema relacionado con el comercio justo (una causa con la que se han identificado siempre) o lo que fuere, solo tienen que escribir un mensaje de máximo 140 caracteres (el estándar de Twitter) y AUTOMÁTICAMENTE lo reciben millones de personas. Eso da que pensar, ¿no le parece?
Hace algún tiempo Peter Gabriel explicó por Twitter a sus seguidores que se estaba decidiendo entre tres temas para versionarlos con la New Blood Orchestra, y como no se decidía pensó en pedir la opinión de sus seguidores. Yo voté por la que más me gustaría a mí que versionara. Seguimos pensando…