‘Informe festivales: diagnóstico, crecimiento y perspectiva’. Así se titulaba la charla donde la Asociación de Promotores Musicales (APM) ofreció su punto de vista, ya que Albert Salmerón (presidente de APM y director de Producciones Animadas) era uno de los ponentes. Le acompañaba Manuel Ángel López, abogado especializado en la industria musical y fundador de Sympathy for the Lawyer. Sergio Moreno (responsable de comunicación de Baltimore Producciones, Low Festival, Warm Up Estrella de Levante, Spring Festival, Fuzzville!!! y GetMAD!) también iba a estar presente pero no pudo venir por un contratiempo médico. Y moderaba Sara Cano, periodista cultural en Castelló Plaza.
Se tocaron muchos temas relevantes para la industria musical en general y para los promotores en particular: estrategia empresarial, reventa de entradas, turismo musical, seguridad en los festivales y, sobre todo, el (deficiente) marco legal en el que se está operando actualmente.
Salmerón explicó el contexto actual en el que operan los festivales y la música en vivo en general. Para ello se remontó 20 años atrás. Los festivales son un fenómeno relativamente reciente. Hasta entonces tenían un formato más bien de ciclo. Algunos continúan teniendo hoy mucho peso e importancia (como el Festival de Jazz de Barcelona) pero entonces el concepto de macrofestival, como se entiende hoy (varios días y muchos artistas al mismo tiempo), todavía no se había desarrollado. Fue a mediados de los 90 cuando empezaron a aparecer las citas masivas, como el Doctor Music Festival, el Sónar y el FIB. Algunos de ellos siguen gozando hoy de buena salud y de un gran peso tanto nacional como internacional (destacando que el Doctor Music Festival es un caso un poco peculiar porque reaparece este año).
Así es como, según resumió Salmerón, los festivales acabaron «cambiando las reglas del juego«, algunas veces ayudando y otras perjudicando al circuito de salas. Y el futuro pasa por la especialización. «Un festival no es solo música«, sentenció el presidente de la APM. Siguiendo en esa línea, sostuvo que para conseguir que los números salgan, los festivales se enfrentan a un nuevo reto: ser sostenibles para el entorno que los acoge y el medio ambiente.
Falta de regulación en los festivales de música
También se mencionaron otros temas clave como la seguridad (porque Cano añadió que una mayor concienciación social – puntos violetas, aumento de la seguridad, etc. – era fundamental para lograr esa experiencia diferencial; y Salmerón resolvió el tema diciendo que no sueln haber problemas de seguridad en los festivales) o la reventa de entradas (un tema que preocupa mucho a los artistas, promotores y sector en general). De hecho, prácticamente monipolizó la conversación. Pero no se aportó más información de la que ya se ha publicado en este mismo portal: se explicaron los antecedentes de la problemática y su situación actual.
Otro tema que ocupó gran parte de la conversación fue la situación legal. Pues «el marco normativo en el que operan los festivales y los promotores en general es bastante deficiente», explicó López. Según él, en toda la música en directo hay una clara inseguridad jurídica: «El sector goza de buena salud y no ha sido gracias a la ley, sino a pesar de la ley».
Esta falta de leyes actualizadas se traduce en numerosos problemas con la contratación de artistas. Explicaba el abogado que no siempre es así y no se puede generalizar, pero en la mayoría de ocasiones las salas y programadores son partners del artista, y no sus jefes. De manera que no tiene demasiado sentido que sea el promotor quien deba darles de alta en la Seguridad Social. Salmerón y López estuvieron de acuerdo en la necesidad de que el gobierno cree un nuevo régimen laboral de acuerdo con las particularidades de la profesión.
En medio de este debate, surgió el tema de las cooperativas, que ahora están en tela de juicio. Se dijo que no habría problema si la cooperativa tiene una vinculación real con el artista pero que «si solo son intermediaros ese sistema no se sostiene», ya que «es difícil pensar en una oficina de management con más de 1000 artistas«, explicaba López. El público participó mucho en este punto y, después de muchas idas y venidas, quedó claro que habría que entrar en detalle para diferenciar qué es una cooperativa de trabajo social y qué es una cooperativa de facturación. Y eso daría para otra charla entera.
Ante la incertidumbre, la gente se organiza por sí misma, haciendo lo posible para curarse en salud. A modo de conclusión: todo nace y muere en la falta de regulación. Y, en resumidas cuentas, los perjudicados son los músicos.