Los géneros y Becky G
Becky G en Razzmatazz. Foto: Javier Rosa

Una década de géneros musicales bajo los focos

¿Qué ha pasado con los géneros? Así han avanzado en diez años los grupos y artistas de pop español, world music, heavy, punk, indie y música urbana

“Asistir regularmente a conciertos puede aumentar la esperanza de vida hasta en nueve años”. Este fue el llamativo titular del estudio impulsado por el estadio O2 (Londres) que corrió como la pólvora en 2018. Pero más allá de darle al botón de compartir, ¿cuánto estamos dispuestas y dispuestos a invertir en la sensación de bienestar que, dicen, nos causa la música en directo?

La respuesta, sin ser absoluta, es propicia. Recuperando las cifras precrisis, la recaudación en salas mantiene durante los últimos años una tendencia al alza. En salas de aforo reducido y macrofestivales, entregándonos a los placeres del pop, fieles al heavy y aventurándonos en los límites de lo experimental, la música en vivo está aquí para quedarse. Así que los conciertos parecen ser la salvación de una industria que encara la supervivencia por la reinvención.

La escena del ruido

Diversificación en la concreción. Desde Holy Cuervo tienen claro lo que les gusta y toman la belleza del ruido para organizar giras, hacer management e incluso para estampar serigrafías con denominación de origen Malasaña. Tienen en su roster a bandas como Biznaga y Toundra. El mánager de ambas, Paco Fernández, es quien valora la salud de la música instrumental: “Hubo un momento en el cual surgieron muchos grupos y ahora ya no hay tantos, pero estamos viviendo un momento muy bueno”. 

“La música en directo se ha consolidado como la principal fuente de facturación, desplazando total y definitivamente al modelo discográfico”, apunta Fernández. No obstante, eso no es necesariamente positivo. Según él, “la industria del directo, en general, no ha tenido ni la capacidad ni el interés para desarrollar carreras de artistas como sí lo han hecho tradicionalmente los sellos”, afirma.

Toundra viene de una gira maratoniana por trece países, puede presumir de varios sold out en España y afronta 25 fechas europeas más a partir de febrero. El éxito de la banda, considera Fernández, “ha dado exposición al género porque llama la atención que hayan llegado al segundo puesto en ventas sin televisión ni rotación en radios”, aunque defiende que “en el Reino Unido es donde mejor funciona este estilo”. Aun así, el mánager no ve limitaciones ni en circuito ni en público, ya que ha constatado que hay fans “de todas las edades y lugares”. 

Toundra. Foto: Frank Díaz

Un mundo de músicas

La world music es ese género de denominación espinosa al que seguimos aferrándonos a falta de uno mejor, luce bien gracias a una audiencia más que dispuesta a hacerse suyas propuestas de orígenes muy diversos. O así lo ve el director de contratación de Montuno Producciones, Luis Vaca, quien lleva trabajando desde 1996 con artistas de varios países africanos, así como de Cuba y Brasil. Por aquel entonces, a excepción de festivales como La Mar de Músicas y Pirineos Sur, solamente algunos programadores, entre los que él se incluía, hacían shows con este tipo de propuestas. Era una situación arriesgada. “Ir a taquilla con artistas desconocidos podía suponer pérdidas solo compensadas con bolos exitosos que, finalmente, te daban fe”.

El crecimiento al alza vino dado, principalmente, por la evolución social. “Los artistas se han ganado un público que permite programarlos en auditorios y festivales”, opina Vaca. En ese sentido, y aunque nuestro país está abriéndose, todavía vamos “un paso por detrás de otros países europeos, por no hablar de los Estados Unidos”, expresa. 

La evolución también se percibe en el papel de las mujeres en un género con una larga tradición de intérpretes femeninas. “Por supuesto que ha habido –Cesária Évora– y hay –Omara Portuondo, Fatoumata Diawara– enormes artistas en el género, pero creo que lo han tenido igual de difícil en este que en otros”. El objetivo: que en el 20 aniversario de este anuario ya no se tenga que hablar de la brecha de género. 

Veteranía pop

Una promotora que ha vivido varios aniversarios es RLM. Con artistas de géneros variados en un marco popular, su fundadora Rosa Lagarrigue empezó en 1980 con el managament de Miguel Bosé, trabajando también con Mecano y Alejandro Sanz. Actualmente, con Raphael, David DeMaría y Rozalén en su roster, Lagarrigue considera que la gran evolución de los últimos 20 años ha sido la profesionalización del sector. 

Entonces se estaba “inventando” la industria del directo y muy especialmente la de los grandes conciertos: “Las infraestructuras eran tan pobres…”, recuerda Lagarrigue. “O te traías de fuera escenarios, luces y sonido o te arriesgabas a cualquier cosa”.

Es evidente, pues, que en lo técnico solo se podía ir a mejor, aunque Lagarrigue sigue apreciando lo “felizmente imperfecto” que era. Y añade: “En una generación sobradamente preparada como la de hoy a veces siento que falta pasión, intuición… ¡magia!”. La agencia siempre ha tenido en cuenta los mercados internacionales. Y si bien asegura que las redes sociales han dado mayor visibilidad a ciertos artistas y permiten “una comunicación más directa”, no hay que tomarlas como un baremo absoluto. Así, defiende, se pueden evitar “falsas expectativas” y trazar carreras de largo recorrido. 

El músculo incombustible del heavy

En un extremo de la fidelidad está el indie, siempre al acecho del the next big sound; en el otro, semper fidelis… el heavy metal. Lo saben bien en Madness Live!, fundada en 2004 y constituida legalmente cinco años más tarde para gusto de los amantes más duros del rock. Juan Antonio Muñoz es el estandarte de una empresa que en 2018 organizó la friolera de 148 conciertos. 

Reconoce que “hoy la oferta en giras y festivales es brutal, gracias a un público que sigue comprando entradas”. Nombres desconocidos para neófitos como Amaranthe y Powerful son la base de una escena estable “que no se mueve por modas y que ha evolucionado mucho para profesionalizarse”. 

El secreto de una industria tan viva, según Muñoz, es el respeto al público, que confía en los promotores y asiste regularmente a sus shows. Esta es la clave de proyectos impensables en otros géneros como el club del socio de Madness. Estiman que, en grandes ciudades, más de la mitad del aforo es “repetidor”, fans que además fidelizan con merchandising, sorteos y descuento. 

El debate lógico es, pues, la renovación del público. “Necesitamos de las viejas glorias”, reconocen desde Madness, “porque son los que venden entradas”. Apuntan que al público de 40 o 50 años le cuesta ir a ver a nuevas promesas. Y “no hay tantos Metallica o Iron Maiden, y otros como Black Sabbath ya no están. El reto es saber quién será el próximo cabeza de cartel”, reflexiona el promotor. De momento, músculo no falta. 

Pero… ¿qué es indie en 2019?

Si alguien puede responder a la pregunta de qué significa ser indie actualmente es Keina García, directora de Artica, una agencia de management que ha vivido una necesaria revisión crítica: ¿Podemos hablar de música independiente cuando sus adalides ya llenan pabellones? La también mánager lo tiene claro: “Si hablamos del indie como género, siempre lo será. El nuevo mainstream son grupos que han salido de la independencia para llegar a más público… lo que seguro que no es el nuevo indie es la música urbana, cada vez más masiva”, defiende.

Artica también ha evolucionado, conservando a Triángulo de Amor Bizarro y Los Punsetes, pero abriendo miras con grupos como Zazo & Gxurmet. Ahora mismo también trabajan con artistas de electrónica y pop como Yall y Floridablanca. “Como empresa tienes que evolucionar”, observa.

En estos años se ha vivido una crisis “que ha afectado a artistas y promotoras”. Y en el resurgir se vive un momento “quizá radicalizado: al que le va bien, le va muy bien… y viceversa”. Y aunque considera que si bien “no hay cultura de ir a salas para descubrir, cada vez hay más sold out en artistas consolidados y en festivales”. Y estos últimos, especialmente los multigénero, “son necesarios para borrar etiquetas. ¡Hay que disfrutar de la música y no de los estilos!”

Urban is the new… everything!

Pero si alguno encarna la gran evolución de esta década, es esa música urbana en la que caben hip hop y reguetón, dancehall y trap, nuevos y nuevas enfants terribles que están permeando capas hasta ahora impensables. Grandes nombres en grandes festivales, presencia estable en salas, la atención de medios alternativos y no tan alternativos… lo urbano ya fue indispensable en cualquier programación que se preciara de vivir en el 2018. Como la de las fiestas Fuego, Trill y Suave, de las cuales Miquel Sanahuja es booker en Razzmatazz. “Hemos visto cómo artistas underground llenaban salas considerables sin el respaldo de discográficas o inversión en marketing, todo gracias al poder de lo digital”, defiende.

Aunque considera que la música urbana ya llevaba tiempo consolidada, en los últimos años “ha habido un crecimiento exponencial de la escena nacional con proyectos de altísima calidad” que no solo triunfan aquí: “Si preguntas por Europa, todo el mundo conoce ya a Bad Gyal y Yung Beef”. 

Los grandes nombres del género han desplazado –o se han situado al lado de– los headliners habituales en festivales y en popularidad. “¿Visteis a Drake cantando en español junto a Bad Bunny o a J Balvin como headliner en festivales de todo el mundo?”. Y culmina con humor: “Quien no haya pasado página ya, lo tiene mal…”. 

Para el futuro de una escena en la que si parpadeas puedes perderte el próximo gran nombre, en ese mundo de streetwear, cadenas de oro y uñas de gel que quiere perrear, géneros como el afrobeat tendrán todavía mayor proyección. Y sorprendentemente, volviendo a los inicios, Sanahuja también pronostica que veremos más coqueteos del público joven con el hardcore de los 90, o reminiscencias metal en proyectos de pop. Así que que vuelva lo que tenga que volver, que llegue lo que tenga que llegar. Pero que vuelva, y que llegue, a nuestros escenarios.

Este texto de Marta Pallarès se publicó originalmente en el décimo aniversario del Anuario de la música en vivo