En España la música electrónica, para bien o para mal, está íntimamente relacionada con la denominada «Ruta del Bakalao«, que durante mediados de los ochenta hasta mediados de los noventa puso a Valencia en el punto de mira de una juventud deseosa por salir de fiesta en interminables fines de semana, con la música como excusa.
Los primeros pasos de este género estuvieron influenciados por las nuevas tendencias musicales que provenían de países como Reino Unido y que propiciaron un entorno cultural y musical variado y heterogéneo. El post-punk, la new wave, el synth pop y el rock gótico se extendieron rápidamente por la ciudad del Turia, en la que se llamó «movida valenciana», que fue tan importante como la «movida madrileña» a pesar de no contar con la misma repercusión.
La «Ruta del Bakalao» o «Ruta Destroy» como se la conocía antes de que aquel término se impusiera en los noventa, estuvo formada por un conjunto de discotecas a las que decenas de miles de jóvenes acudían en peregrinaje desde distintos puntos del país. Barraca, Chocolate, Spook Factory, Espiral, Puzzle, ACTV, NOD, entre otras discotecas más pequeñas, que a veces actuaban como after-hours de aquellas conformaban la ruta musical del fin de semana. El disfrute en vivo de la música electrónica nació, por tanto, en las discotecas convertidas en auténticos santuarios de este género musical.
Con la decadencia de la «Ruta del Bakalao» a mediados de los noventa, el testigo lo recogería la música progressive y nuevas discotecas como Scorpia, Pont Aeri, Rockola o Bachatta, entre otros, protagonizarían esta etapa; recopilatorios como Pioneer The Album o los ‘cutres’ Mega Mix del verano de ‘Blanco Y Negro’ dejaron buena muestra de ello. Si bien un hecho hizo cambiar el panorama discotequero para llegar al formato festival tal y como lo conocemos: el festival Sónar. Este festival, del que ya hablamos en otro capítulo anterior de esta serie, fue el pionero en ofrecer la actualidad y la vanguardia de la música electrónica en un escenario distinto al que identificó a la «Ruta del Bakalao». Desde 1994 hasta la actualidad Sónar se ha posicionado como uno de los festivales más importantes de España en cuanto a música electrónica se refiere, abriendo un camino por entonces poco transitado.
Festivales de música electrónica
El concepto de festival al aire libre comenzó a ser una realidad a partir de la iniciativa de algunos festivales como el Sónar desde comienzos de los noventa. Después de él muchos han ido apareciendo, ocupando un terreno que por entonces era coto privado de las discotecas. La idea detrás de los festivales radicó en trasladar la pista de baile a recintos cada vez más amplios, llegando en algunas ocasiones a atraer a decenas de miles de enfervorecidos seguidores.
A la par que el Sónar el Monegros Desert Festival comenzó a dar sus primeros pasos allá por 1994, en el Desierto de Monegros (Huesca), llegando a cumplir veinte años de existencia, hasta su cancelación definitiva por desavenencias familiares y mala gestión del que fue uno de los más destacados festivales de música electrónica en España, junto al Sónar y Creamfields Andalucía. Vinculado en sus inicios con la discoteca Florida 135 en la localidad de Fraga, propiedad de los promotores —la familia Arnau— así como de los terrenos que albergaron al Festival, el Monegros se aupó al podium de los festivales de música masivos llegando a alcanzar los 40.000 asistentes en su última edición.
Junto a Monegros Desert Festival está el ya citado Creamfields Andalucía. El festival Creamfields es un evento exportado de las islas británicas, concretamente de Liverpool, que celebró su primer festival en 1998 auspiciado por el club nocturno Cream, uno de los clubs europeos más prestigiosos en cuanto a música electrónica se refiere. A partir del éxito del Club Cream en 1992 el Festival Creamfields, del que toma su nombre, se convierte en todo un referente de la música electrónica, aclamado por el público a lo largo del mundo, llegando a instalarse en países tan remotos como Japón o Argentina. A partir de 2004 el festival se acomoda en la localidad almeriense de Villaricos en la que estará hasta 2007, fecha a partir de la cual se traslada a El Ejido durante tres ediciones y finalmente al Circuito de Velocidad de Jerez durante 2011 y 2012. El Creamfields supo aunar bandas de electrónica del momento como The Chemical Brothers, Faithless, Fatboy Slim con DJs asentados, muchos de ellos pioneros de la música electrónica, ofreciendo un gran apoyo a DJs y bandas locales, lo cual le reportó tanta fama y gloria.
En 2013 el Festival Dreambeach Villaricos recoge el testigo de Creamfields, que se celebraba cada verano en la playa de Villaricos, perteneciente al municipio de Cuevas de Almanzora, y organizado por los granadinos Hermanos Toro, que a base de tesón y talento han conseguido forjarse un nombre dentro del circuito de festivales musicales. Este Dreambeach Villaricos es un festival internacional de música electrónica que tiene lugar durante tres días de música ininterrumpida en una zona privilegiada de playa, por cuyos escenarios han pasado la flor y nata de la escena electrónica, entre ellos artistas como Fat Boy Slim, Luciano, Nicky Romero, Oliver Heldens, Paco Osuna, Eric Prydz, Modestep, Paul Van Dyk, Armin Van Buuren, Maceo Plex, Loco Dice, entre otros; y que este año ha contado con el rapero 50 Cent, los raveros Die Antwoord y primeras figuras como Richie Hawtin. Dreambeach Villaricos es el festival electrónico con mayor público, detrás de Sónar, llegando a alcanzar las 100.000 personas el pasado año.
Aparte de éste tridente festivalero, la música electrónica está presente en decenas de festivales, que tienen su momento idóneo en los meses estivales, aunque ya se dejan ver algunos festivales de invierno, al calor de los recintos cerrados.
Mulafest (Festival de Tendencias y Cultura Urbana de Madrid) se aprovecha de ambas circunstancias. Festival de arte urbano organizado por el colectivo Mula, cuyo principal objetivo es difundir las múltiples facetas del street art, el skate, la moda, el motor, y la música, se viene celebrando entre los meses de junio y julio —según la edición— en IFEMA (recinto de Ferias y Exposiciones de Madrid). Comenzó su andadura en 2012 y ya cuenta con cinco ediciones donde las actividades alternativas han ido cogiendo gran protagonismo, aunque se sigue programando mucha música electrónica, a base de DJs y bandas de cierto nivel y reconocimiento.
Dentro de los festivales de invierno el más destacado es Mutek, otro festival importado del extranjero, esta vez de Canadá. Mutek es un festival internacional dedicado a promocionar la música electrónica y el arte sonoro que se estableció en Barcelona en 2010, arraigándose como parte de la familia de festivales en España, tal y como ellos mismos aseguran. Su labor se centra en servir de plataforma de descubrimiento de nuevos talentos dentro de la música electrónica más avanzada junto con estrellas de la escena, y la realización de presentaciones audiovisuales, instalaciones y conferencias profesionales. Mutek pretende estar a la altura del Sónar a pesar de contar con menor infraestructura y envergadura, aunque esto no ha impedido que se trate de un festival imprescindible para los amantes de la electrónica.
De los festivales más recientes empiezan a despuntar Utopía y A Summer Story en Madrid —volviendo a poner a la capital en el mapa de festivales después de unos años con escasa representación— y Barcelona Beach Festival en la Ciudad Condal, con el EDM y la música electrónica mainstream como estandartes. Salvo algunas pinceladas de electrónica underground que son seña de identidad del A Summer Story, el EDM es el rey indiscutible de los nuevos festivales de electrónica congregando a decenas de miles de seguidores con apenas unos años de existencia, lo que se puede traducir en un éxito rotundo.
Podríamos seguir citando decenas de festivales de música electrónica (Ibiza International Music Summit, One Beautiful Day, 4EVERY1, Animal Sound, Electroplash, Era Electrónica, Aquasella, The End Of The World, etc.) pero nuestro espacio es limitado. Lo que si podemos es dejar constancia de que la música electrónica ha encontrado su sitio en este tipo de eventos multitudinarios, en los que se mueven como pez en el agua, consiguiendo grandes cotas de popularidad, y un presente y un futuro prometedores. Desde la «Ruta del Bakalao» a los grandes festivales la organización y la forma de vivir la música en vivo ha cambiado radicalmente, pero lo que no se ha perdido son las ganas de fiesta y desenfreno.
Recupera todos los capítulos de la historia de los festivales