Desde este portal ya hemos hablado de la problemática medioambiental que supone la organización de un festival, el déficit que la mayoría de eventos nacionales tienen en este ámbito y de los resultados que han obtenido festivales como el Bona Nit Barcelona o el Dcode aplicando una política consciente para reducir la emisión de residuos. La cita madrileña tuvo en su edición de 2014 la primera experiencia como festival sostenible, en la que obtuvo resultados y, sobre todo, generó un modelo que servirá para establecer comparaciones y análisis en el futuro.
Parémonos en las cifras: 18.000 espectadores, con el 100% de residuos recuperados, una tasa de pureza del 95%, una huella de carbono de 76,85 toneladas de CO2 y 4,52 kg de CO2 emitidos por asistente. ¿Cómo evaluar estos resultados? El festival ha obtenido la etiqueta ‘CeroCO2 compensado’ de la Fundación Ecología y Desarrollo, que reconoce el compromiso del festival en la lucha contra el cambio climático, y se enorgullece de haber dejado el césped del recinto impecable tan buen punto acabó la última actuación.
A pesar de los premios y las buenas sensaciones, la falta de referentes en el trabajo medioambiental de un festival hace complicado hacer un análisis de resultados. “Si todos los festivales tuvieran la media de CO2 emitido por asistente tendríamos un dato comparable y que nos permitiría saber si el trabajo ha sido óptimo. De momento, los resultados son los presentados y hasta que no tengamos los números de la próxima edición no podremos saber si son buenos o malos”, explica Alberto Gómez, director de Ephymera Sostenibilidad, la empresa que se encargó del plan de residuos del Dcode.
Cálculo meticuloso
Ante la falta de referentes con los que compararse, el Dcode optó por un modelo de cálculo de sus emisiones extremadamente meticuloso. En el cómputo de la huella de carbono entró el consumo eléctrico, los equipos de montaje, el transporte de mercancías, los generadores eléctricos y hasta el desplazamiento de los artistas. “Cinco días antes del festival estábamos en la puerta preguntando a cada transportista que entraba en el recinto desde donde llegaba para calcular la emisión de CO2”, asegura Gómez.
La meticulosidad del cálculo ha servido para ser rigurosos en el análisis y también para detectar en qué se puede mejorar. El director de Ephymera considera que en el Dcode se ha utilizado “lo justo para funcionar”, pero reconoce que hay sistemas para optimizar los resultados, como la utilización de iluminación led o la economización del tiempo encendido de grupos electrónicos. “Donde es difícil mejorar es en el transporte de artistas. Es donde más emisiones se generan, pero no harás venir a una estrella desde Estados Unidos en un barco…”, bromea. Al margen de la aplicación de pequeñas mejoras como las que describe Gómez, la rebaja de la media de CO2 emitido por asistentes pasa por crecer en público.
Modelo de futuro
El Dcode es uno de los pocos festivales en España que ha incorporado la sostenibilidad en su ADN, pero Gómez adelanta que este será uno de los temas del 2015. “Los festivales se están dando cuenta de que es un aspecto que genera engagement entre el público. Los espectadores no lo valoran a la hora de comprar la entrada, pero una vez están dentro del festival simpatizan y se implican en las acciones propuestas. De hecho, uno de los pilares del Dcode en la recogida y separación de residuos fue la colaboración de la gente”, asegura el director de Ephymera, que avanza que ya están en conversaciones con otros festivales para llevar a cabo planes de sostenibilidad.