Nuevo idioma, nueva imagen, nuevo estilo, así regresa el grupo Birkins (sin el The) al panorama musical. Pero no vienen solos, lo hacen junto a los adelantos de su próximo LP: ‘Chantal (o cómo dar de lado a una canción)’ y ‘Fundido a negro’, los primeros singles en castellano que forman parte de Aquí hay dragones, su cuarto álbum, el primero que apuesta por una propuesta más oscura y afilada de lo habitual con elementos de electrónica y en castellano.
Pero antes del retorno, hubo un inicio. Un #EpicConcert que hizo que este cuarteto canario comenzase a soñar con los escenarios. Por eso, Alby Ramírez, Sergio Miró, Dani Birkin y Cristina Santana comparten con APMusicales de dónde proviene la chispa que desató la locura.
Para Cris, el momento del flechazo más certero que dio en su “corazoncito musical” fue el Sonic Youth en el festival Womad del 96. “Era una niñatilla de 15 años que se había enganchado mucho al Goo y al Dirty. Además, mi hermana me acababa de regalar el Washing machine, que me tenía totalmente embobada. Y así fue, mi primer contacto de amor musical fue en Las Canteras viendo a Kim Gordon. Creo que ese fue el momento exacto en el que me di cuenta de que quería estar sobre un escenario cantando. Después llegaron muchos más conciertos y otro tipo de experiencias musicales, pero sí es cierto que este fue el que realmente me marcó”.
Aunque Dani asistió al mismo concierto, fue Suede con la canción ‘She’ lo que marcó su carrera. “Brett Anderson parecía salir de algún continente de alucinación entre vapores de leyenda y vocación de mártir. Influyó mucho en mis primeras canciones quizá por esa fascinación que se tiene por retratar el espectro de las pasiones contenidas”, comparte. «Más allá de aquel directo me interesó su música y mi acercamiento por aquel entonces a ese sonido, a esas melodías y a aquella actitud. Recuerdo ver cómo Bernard Buttler se restregaba su Gibson 355 con la entrepierna, generando con aquella pose maliciosa un contubernio felino a merced de la escenografía», añade Dani.
El concierto que hizo que Alby quisiera coger una guitarra fue el de Steve Vai en el festival Leyendas de la Guitarra en Sevilla en 1992. Lo vio por la tele porque era muy fan de Queen y el director era Brian May. “Cuando vi a Steve Vai tocar de aquella manera quedé totalmente hipnotizado No podía creer que se pudiera tocar la guitarra de aquella manera. Al día siguiente fui a El Corte Inglés a comprarme sus discos y me obsesioné con la guitarra. Ha llovido mucho desde entonces y mis gustos y estilo han ido por otros derroteros. Ahora escucho a Steve Vai y aunque le reconozco el virtuosismo y el mérito en lo que ha logrado con el instrumento, su música y su sonido no me dicen nada. Pero a aquel niño de 13 años le puso su mundo patas arriba».
Tampoco fue en directo el descubrimiento de Sergio, sino en VHS. Su padre le puso el concierto Synchronicity de The Police y le soltó un “mira, esto sí que es un batería, y lo demás es bobería”. A partir de ese momento, la atención del pequeño Sergio se centró en todo lo que hacía Stewart Copeland. «No terminaba de entender muy bien lo que estaba haciendo, pero me parecía fascinante, y totalmente diferente a lo que hasta ese entonces había visto hacer a cualquier batería. A partir de allí, la cosa se desató en mi vida, y cualquier lápiz, rotulador o cuchara servía para convertirse en improvisadas baquetas sobre cualquier superficie posible».
Este 29 de septiembre se publicará su cuarto álbum con diez canciones en castellano, francés e inglés. Su título, Aquí hay dragones, hace referencia al cambio de su antiguo rumbo creativo para adentrarse en nuevos territorios que les den una nueva aventura musical.