© Daniel Pérez

Epic Concert de Mágicos Cabrones del Ruido

Un Epic Concert es aquel concierto que marca un antes y un después en la trayectoria de un músico. A veces incluso da pie a que empiece una carrera. Sobre todo, tras ese momento de: ‘Yo quiero hacer esto’. Es por este motivo que en APMusicales.com preguntamos a los artistas cuáles fueron sus Epic Concerts. Hoy hablamos con Mágicos Cabrones del Ruido.

EL EPIC CONCERT DE MÁGICOS CABRONES DEL RUIDO

El Epic Concert de Pablo Garrido. En mi caso no sería justo mencionar un solo concierto. Dos fueron los que me dieron el campanazo y encendieron la llama, y los dos por las mismas razones: la sensación de libertad y de estar en lugares donde todo era posible y donde se podía vivir intensamente.

Ambos en 1994. El primero fue el de Vírgenes Adolescentes y Carlos Desastre en la Sala Factoría de Málaga. El segundo, en la feria de la misma ciudad, el de Mano Negra y Dusminguet.

En estos conciertos no recuerdo solo la actuación, sino toda la odisea para llegar hasta ellos. Las mentirijillas a mis padres, diciéndoles que iba a estudiar a casa de unos amigos, no volver a la hora pactada, esconder la ropa rockera en una mochila, que me colara en la sala el hermano de un amigo que trabajaba de portero.

En fin, toda la experiencia de peligro, aventura y libertad que significaba eso para un chaval de 14 años.

La sensación que mejor describiría lo de Vírgenes Adolescentes y Desastre sería haber sido invitado a un aquelarre o a un rito para iniciados. Lo de Desastre no fue un concierto, sino un recital de poesía. Un maestro de ceremonias que se dedicaba a quemar folios y a pasearse entre el público atacándolos verbalmente.

Lo de Vírgenes Adolescentes fue una apisonadora. Para mí, que era la primera vez que asistía a un concierto de rock en una sala, fue como si literalmente me dieran un electro-shock. Nunca había escuchado a un grupo tocando a ese volumen y con esa fiereza. Me marcó.

El segundo fue el de Mano Negra y Dusminguet, y para mí representa esa capacidad que tiene el rock, supongo que en parte heredada de la tradición de los espectáculos ambulantes, de llegar a un lugar y transformarlo todo como un huracán.

El concierto era el último día de feria, cuando las casetas cerraban (solo se abrían las atracciones mecánicas). La zona donde se celebraba el concierto de forma clandestina estaba desierta. Desde los muros del lugar de la actuación se veían un montón de banderas de muchos color y, como por arte de magia, empezaron a aparecer ríos de gente de la nada.

La mezcolanza de personas, pintas y colores que se dio cita allí y la fiesta que desplegaron Mano Negra y Dusminguet me dejaron huella. Pogos, baile desenfrenado, gente saltando desde el escenario y volando sobre las cabezas.

Pocas veces he llegado a ver un ‘frontman’ como el Manu Chao de aquellos años, y una banda con esa capacidad de galvanizar la emoción del público como aquellos Mano Negra.

Aquel lema de la Comuna de Paría de «Libertad, igualdad, fraternidad» se hacía realidad ante mis ojos. Un ‘totum revolutum’ de energía revolucionaria que paradójicamente fluía en total armonía y que recordaré toda la vida. Dos experiencias que me hicieron sentir que quería dedicar mi vida a esto.

El Epic Concert de Javier Muñoz. En mi caso hubo pocos conciertos durante esa época tierna en la que uno desarrolla el amor por la música (ni había dinero ni había nadie que quisiera/pudiera acompañarme), así que los conciertos son algo más tardío.

Además, en mis tiempos mozos era metalero de melena, cadenas, ropa negra, simbología satánica, y de no aceptar nada que no sonora a dinosaurio vomitando, lo cual hace todavía más paradójico y fascinante el hecho de que el primer concierto que recuerdo como una experiencia inolvidable fuera el de Yo La Tengo en el Teatro Cervantes de Málaga a principios de milenio.

Contaba yo 18 o 19 años como mucho. Para entonces, claro está, mi mente se había abierto a todo tipo de músicas y, sin embargo, me faltaba todavía experimentar una de las cosas más importantes que hay en este arte: compartir uno de esos movimientos especiales que, como diría Joseph Conrad, unen la soledad de innumerables corazones.

Una experiencia que se vive íntimamente a la vez que como acto mágico de comunión humana. Para mí, esa fue la primera vez. Por más aversión que generen al oído moderno palabras como ‘bello’, ‘hermoso’ y similares, no existe, sin embargo, mejor forma de describir ese concierto.

Desde entonces, siempre aspiro a revivir cada noche, esté yo en el escenario o entre el público, esa sensación de fraternidad que tanto yo como todos los que fuimos afortunados de estar allí pudimos disfrutar gracias a Yo La Tengo.

MÁGICOS CABRONES DEL RUIDO

Después de finiquitar Tom Cary, dos de sus integrantes, Pablo Garrido (baterías, voces, programaciones) y Javier Muñoz (guitarras, voces), decidieron seguir. Pero con un cambio de tercio importante.

Así, su aparición como Mágicos Cabrones del Ruido en 2018 no dejó nada indiferente a nadie. ‘Música negra‘, su primer álbum, contaba con la producción de Martin Glover ‘Youth’ (fundador de Killing Joke), y cosechaba las mejores críticas con un sonido que tan pronto recordaba al italo-disco como a producciones de los ochenta.

Las reminiscencias al mismísimo Tino Casal, a Prince, y los latigazos funk continuaron con su segundo trabajo, ‘Tocan ritmos de la pasada moda‘ (2020), además de con el recién publicado ‘Grand Reset Deluxe‘ (2022), tercera entrega del dúo con ‘Apocalípticos o integrados‘ como primer single.

Un disco donde neo soul, punk funk y sonidos industriales revisten una propuesta en la que cada canción destaca por derecho propio, gracias a una extraordinaria capacidad para lanzar mensajes con sentido político frente a la flema de una sociedad postpandémica en la que el capitalismo nos mantiene pegados a las pantallas como humanoides.

Mágicos Cabrones del Ruido están presentando este verano ‘Grand Reset Deluxe’, su disco «menos agresivo y oscuro», en festivales como Brisa y Carihuela Rock.