Balance de festivales
Sónar de Noche. Foto: Nerea Coll

Festivales: balance agridulce en el primer semestre de 2019

Texto de Olga García Bayo

La cancelación del Doctor Music Festival a pocas semanas de su celebración avivó la teoría de la existencia de una burbuja de festivales en España. No obstante, las cifras globales de facturación de la música en vivo en España muestran una tendencia al crecimiento gradual del sector. En 2009 se generaron 269 millones de euros, durante la crisis se cayó hasta los 158 millones y 2018 cerró con casi 334 millones, un 24,1% más que el año anterior.

Como expone Albert Salmerón, presidente de APM: “Desde hace años hablamos de techos y posibles burbujas, pero hay que ser consciente de que se trata de un sector muy joven comparado con otros (los primeros festivales empezaron hace 25 años). Ahora se está alcanzando cierta madurez, pero queda mucho por recorrer”.

Asistentes a festivales en cifras

Llegados al ecuador de 2019, se puede hacer un balance en relación a la acogida que han tenido los festivales en España este primer semestre. Muchos de ellos han registrado un aumento de asistentes: Guitar Bcn sumó 55.000 asistentes, frente a los 50.114 de 2018. También lo hizo Jardins de Pedralbes, por cuyo festival han pasado este año 71.441 espectadores, mejorando los 59.800 de 2018. WARM UP contó con 80.000 personas, aumentando en 10.000 los asistentes de 2018. Viñarock subió a 240.000 frente a los 210.000 de 2018. Y Cruïlla alcanzó los 77.000 asistentes en su última edición frente los 57.000 de 2018.

También el Mallorca Live Festival ha sabido crecer, pasando de los 27.000 espectadores en 2018 a los 33.500 de 2019. De hecho, la situación en la isla parece acompañar esa progresión, teniendo en cuenta la actividad que está registrando el recinto de Son Fusteret. El 4ever Valencia Fest, por su parte, acogió en su segunda edición a algo más de 7.000 personas. Y además, el panorama ha visto nacer nuevas iniciativas. Es el caso del Sun & Stars, en Canarias; y el Caixabank Polo Music Festival, en Barcelona, que cerró con 13.139 espectadores.

Asimismo, es cierto que algunos festivales han vivido una bajada asistencia. Es el caso del FIB, por el que han pasado 114.000 personas este año (en 2018 fueron 170.000); el BBK Live, con 112.800 (en 2018 fueron 120.000); y el Download Festival, con 70.000 (en 2018 fueron 105.500).

También Mad Cool anunció este año que reducía el aforo en pro de una mejora en la experiencia del público. Finalmente, ha registrado 186.128 asistentes frente a los 240.000 que tuvo en 2018. También el Sónar en Barcelona ha registrado una bajada tras vivir su edición más difícil. Tuvieron que mover la fecha a julio a causa de la feria ITMA de maquinaria textil en la Fira Gran Via de l’Hospitalet y tuvieron que lidiar con la huelga de montadores. Al final el paro fue resuelto por la decisión de un juez.

Por último, Primavera Sound tampoco ha colgado el sold out como en anteriores ocasiones. Pero su propuesta The New Normal, con un 50,77% artistas femeninas programadas y una apertura de estilos a tendencias más urbanas, ha conseguido una suma de 220.000 asistentes. Destaca, además, la jornada del sábado que cerró con 63.000 personas, con la mayor afluencia por día del festival desde sus inicios.

Vivir la experiencia

En otra entrevista, Salmerón comentaba que lo importante es “que cada festival, más allá de querer ser una propuesta calcada a otra ya existente, busque ser un festival especializado y que trate de ser una experiencia diferente a la que hay en el festival de la ciudad de al lado”. Y así está siendo.

Carolina Rodríguez, de Producciones Baltimore, también afirmaba a El Periódico: “La gente se anima a ir a festivales porque, más allá de la música, sabe que tendrá una oferta gastronómica, o que podrá ir con los niños; la escena diurna ha dejado de ser agresiva. Los medios también han ayudado a señalar que un festival no tiene por qué ser un campo de concentración.”