Es un festival joven, pero con solo tres años, el Electric Festival se ha consolidado como el mayor evento musical de Rumanía. Ha acogido grupos como Die Antwoord, Thievery Corporation, Bonobo, The Prodigy, Rudimental, Fatboy Slim y Nouvelle Vague, pero aquí la verdadera estrella es el lugar en el que se celebra: el castillo Bánffy de Transilvania.
Se trata de una fortificación construida en el siglo XV en la comuna rumana de Bonțida, que perteneció a la familia Bánffy. Por aquel entonces, la familia se estaba estableciendo como una de las dinastías más importantes de Rumanía y estuvo vinculada al mundo de la cultura. Uno de sus miembros, Miklós Bánffy, a principios del s. XX ocupó un cargo en el Parlamento e hizo que se estrenaran las obras de Béla Bartók en Budapest. Será que por allí anda el espíritu de la música.
El festival, además, se comprometió desde el primer momento en la preservación del medio ambiente, cogiendo las riendas en programas de educación para jóvenes teniendo en cuenta a su público en acciones concretas para reducir la contaminación. De hecho, en relación al respeto por el entorno, el festival dona cada año una parte de sus beneficios a la restauración del castillo.
Así, tras reunir a 97.000 personas en seis escenarios, con 150 artistas, el festival ocupó ya en su última edición 10.000 metros cuadrados de superficie. Solo empezar, en 2013, el evento fue nominado a los European Festivals Awards como el mejor festival nuevo y a uno de los mejores de tamaño medio. Al final, no ganó ninguna de las dos, pero allí estaba.
Este año, entre los días 14 y 17 de julio, el fin de semana que viene, se podrá disfrutar de los islandeses Sigur Ros, el archifamoso Skrillex, el post-roc de God is an astronaut, los productores y djs de ragga Congo Natty y General Levy, entre muchos otros.
