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Fuji Rock Festival, el festival de los contrastes

Cómo se plantea un festival en los Alpes japoneses, con un precio de compra que pide que cada asistente se gaste buena parte de su presupuesto del verano y un Line Up que junta tantos géneros que su lista de Spotify parece una seleccion aleatoria de gustos, con tantas opciones como culturas en el mundo.

Hablamos con Jason Mayall director de las oficinas de Londres del Fuji Rock Festival de Japón en el evento de negocios de la industria de la música Sol Network. Nos comparte su trabajo en el festival y cuáles son las características que lo definen como uno de las principales ofertas musicales de Asia.

Imaginen el panorama: un festival en medio de bosques japoneses con arroyos y una multitud similar a la que habría un lunes por la mañana en la principal estación de metro de Tokio. Un hormiguero de gente se traslada de un escenario a otro para no perderse un concierto o la sesión multitudinaria de yoga que hay en la ladera de a lado.

Aumentemos la imagen: carpas con juegos infantiles para el público familiar, otras con espectáculos de striptease para el público sin reparos y un espacio para meditar con un monje tibetano. Todo esto se conjuga con un repertorio musical que rompe los esquemas del rock que se menciona en el título del festival. En la edición de este año estarán Kendrick Lamar para aquellos que quieran brincar sin parar, seguido por el legendario Bob Dylan para aquellos que quieran sentarse a escuchar un poco de folk.

Puede parecer una locura en el papel como dice este artículo del The Japan Times, pero de alguna forma el Fuji Rock Festival logra ser un éxito cada edición atrayendo a miles de japoneses y turistas que se quieren impregnar de la cultura festivalera del país.

«Es muy importante tomar el riesgo y venir aunque sea con un pago menor. Es la única manera de construir una carrera en el mercado japonés»

Según Mayall hay dos factores a destacar: «El público crece con el festival. Mi hija tiene la misma edad que el Fuji y le ha gustado tanto en los primero años como ahora. Gracias a este gusto se quiere dedicar a trabajar en los festivales. Pero no solo ella, conozco a jóvenes que venían de pequeños, conocieron a su pareja aquí, se casaron y ahora vienen con sus propios hijos».

Las actividades infantiles comenzaron como algo pequeño y ahora han evolucionado para convertirse en un elemento protagonista del festival que ayuda a que esta experiencia sea disfrutada por toda la familia.A pesar del coste tan alto de asistir, la entrada cuesta aproximadamente 400€ más los gastos de hospedaje, alimentos y transporte, el público es bastante fiel, agrega Mayall.

No obstante, no todo fluye como en el Tai Chi, el mercado japonés es bastante difícil de entrar. Tiene una barrera: el coste del transporte y la alta competencia en un mercado tan pequeño. «Todos quieren venir a Japón, pero no están dispuestos a desembolsar los altos costes que supone girar por la isla», afirma Mayall. «El 80% del mercado consume música local. Al resto quítale la presencia de figuras como Beyonce o Taylor Swift, ¿qué te queda para opciones como Kendrick Lamar o Vampire Weekend? Una muy pequeña parte».

No obstante, la ruta a seguir es aceptar que no basta con venir al Fuji y luego no volver, para construir una base de fans es necesario girar más allá de Tokio. «Es muy importante tomar el riesgo y venir aunque sea con un pago menor. Es la única manera de construir una carrera en el mercado japonés», asegura Jason, «pero esto no es una novedad, en UK el 80% de los grupos que giran son nacionales. Todos los mercados son difíciles», agrega.

«El plástico de estas botellas se recicla y con él se hacen las revistas promocionales del festival y las botellas de la siguiente edición»

Otro factor a destacar es la relación del público con el medio ambiente. Según el promotor la cultura japonesa es muy limpia y eso se percibe en el festival. Así lo comparte el promotor: «Para limpiar el campo del Glastonbury se necesitan 3 semanas. En Fuji, el festival termina el domingo a las cinco de la mañana, al día siguiente unas 10 personas vienen y en una hora limpian. A medio día el parque está abierto otra vez».

Esto se logra con una simple acción: reciclar. Todas las ventas de consumos se hacen en platos y cubiertos de papel. Las botellas son reutilizables, todos pueden hacer refill. El plástico de estas botellas se recicla y con él se hacen las revistas promocionales del festival y las botellas de la siguiente edición. Las pajitas de un año se convierten en las de la próxima edición. Incluso, las personas que fuman traen un pequeño collar colgado al cuello donde ponen la ceniza y las colillas.

«El público japonés es limpio, casi no toma, no hay drogas (por la política del país por su uso) y respeta mucho el sitio donde se celebra el festival», concluye Jason Mayall.