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Fyre Festival

Fyre Festival: por qué no cualquier persona puede ejercer de promotor

Fyre Festival intentó ser el festival de música más exclusivo del mundo y se convirtió en el peor festival jamás realizado. Prometían todos los lujos y comodidades que uno podría imaginar: una paradisíaca isla desierta llena de artistas y modelos, ir y volver de esa isla en un jet privado, comer manjares internacionales de un reputado catering, descansar en los glampings más cómodos y exclusivos… Y acabó pareciéndose a un campo de refugiados creado de un día para otro después de un gran huracán.

¿Cómo se llegó a ese punto? Billy McFarland, el creador de todo ese desastre, vio fácil crear un macrofestival de la nada. Los errores son evidentes: empezó la casa por el tejado (su primer paso fue realizar una campaña de marketing explosiva) y no pensó ni un momento en todos los riesgos del evento (falta de infraestructuras, gestionar de manera eficiente a miles de personas, climatología adversa… ni tan siquiera tuvo en cuenta los básicos de seguridad y salud).

Recientemente se han estrenado dos documentales que explican todo lo que hay detrás del festival. Lo explica BeatBurguer: Tanto Fyre: The greatest party that never happened y Fyre fraud –el primero, producido por Netflix y, el segundo, por Hulu– persiguen el mismo objetivo: desgranar cómo pudo el evento del siglo engañar a tanta gente y convertirse en el hazmerreír de todo el planeta. Sin embargo, siguen caminos muy diferentes. Así, Netflix intentará hacer partícipe al espectador del clima de locura colectiva bajo el que se gestó el festival y terminará en un punto donde todo deja de hacerte gracia y empieza a darte verdadero asco. El de Hulu, en cambio, hace de esta repugnancia su punto de partida: desde el primer momento es crítico e implacable, retratando al responsable de todo el tinglado, Billy McFarland, no como un tontorrón vende humo sino como alguien totalmente consciente de estar cometiendo un delito de fraude.

Estos documentales demuestran que no cualquier persona puede ejercer de promotor pues el catastrófico desenlace del Fyre Festival ocurrió, en parte, por no poseer los conocimientos y la experiencia necesaria para gestionar un evento de estas características.

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