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Gabriel Sopeña: «El reguetón incita a la violación de la mujer»

Gabriel Sopeña ha puesto su sello a un centenar de discos de artistas «de aquí y de allí», ya fuera como músico, como letrista, como productor, como arreglista… Especialmente prolífica ha sido su relación con Loquillo, pero en 2017 ha decidido dar un paso adelante para publicar su segundo disco en solitario, Sangre sierra, que presenta esta noche en la sala Barts de Barcelona.

PREGUNTA: Sangre sierra presenta en su portada un paisaje inhóspito, pero no lo es en lo musical…
RESPUESTA: Nos ha salido un disco muy de secano en la temática, pero no en el sonido. Lo veo como plantar un oasis en mitad de un clima de secano.

P: Doctor en Filosofía y Letras, ¿cómo andamos de eso en la música española?
R: Considero que tenemos una cantera especialmente brillante en estos momentos que lamentablemente tiene que competir con productos nazis como el reguetón o la bachata, que se programan sin pudor en los medios, sin importar que se incite así a la violación de la mujer.

P: ¿Una canción puede rivalizar en carga lírica con un libro?
R: Ha costado mucho que la canción sea un arte mayor. Por eso hay que ser puntilloso con ella. Sí pueden rivalizar en carga lírica Angelitos negros, que es una pieza maravillosa, o La bien pagá. O Desolation Road, de Dylan, o alguna de Nick Cave. Su valor es la variable de la inmediatez que tiene por el directo, pero que no posee el libro, que requiere reflexión, pensamiento. La canción es urgente. Si canto Como antorchas, no la puedo hacer dos veces igual. A la tercera es prácticamente una canción nueva.

«Tenemos una cantera especialmente brillante de músicos compitiendo con productos nazis como el reguetón o la bachata»

P: ¿Existe el rock de sello aragonés o, al menos, una particular sensibilidad artística aragonesa?
R: Sí, creo que se caracteriza por la sabia combinación entre épica y lírica, como Labordeta o Mauricio Aznar, también Enrique Bunbury, quizás en menor medida Amaral….

P: ¿Cómo ha cambiado la industria en los últimos años?
R: A España lo que le ha faltado en estos 30 años ha sido una industria que no estuviese ciega y que no se pegase tiros en el pie, que diese alas al relevo de Joaquín Sabina, de Ana Belén y Víctor Manuel. Pero la industria ha ido a lo fijo, sin la visión de otros países como EE.UU. o Reino Unido. Allí no hay por qué tocar en espacios de 25.000 personas o banalizar tu mensaje. Se puede jugar en una honrosísima segunda división de la música.

«En EE.UU. no hay por qué tocar en espacios de 25.000 personas»

P: En este disco canta con Loquillo, ¿por qué no ha vuelto a trabajar con él desde Su nombre era el de todas las mujeres?
R: Ha habido en su cabeza otros proyectos. Hemos compuesto muchas canciones juntos, pero La nave de los locos, con Sabino Méndez, era un proyecto en el que tenía mucho interés, y luego están los directos. Ahora está en una madurez con una banda que funciona como un reloj y tiene que explotarlo. No es porque no tengamos ganas. De hecho, estamos en un proyecto muy interesante con otro poeta español para dentro de poco.

P: ¿Cómo has planteado tu espectáculo de esta gira?
R: Es un espectáculo en el que voy con 5 músicos. Algunos de ellos participaron en la grabación del disco. Repasamos Sangre sierra al completo y unas poquitas canciones del previo. También habrá temas antiguos, de otras formaciones en las que estuve implicado.

Tras actuar en Zaragoza, Gabriel Sopeña recala esta noche en la sala Barts de Barcelona.