Granada Experience

Granada Experience: Basola Vallés, Tito Ramoneda y Eugeni Calsamiglia hablan sobre la reventa

A diario hay personas que pagan precios desorbitados por asistir a un concierto al que no podrán entrar. A finales de marzo, una familia pagó cerca de 4.000 euros para ver a Bob Dylan en el Gran Teatro del Liceu y no pudo ni entrar al recinto. Habían comprado las entradas en Viagogo.

El caso lo explicó Tito Ramoneda, presidente ejecutivo de The Project y vicepresidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM), en la mesa redonda sobre la reventa de entradas que tuvo lugar este jueves en el marco de Granada Experience, unas jornadas profesionales que, según fuentes de la organización, han congregado en su segunda edición a 515 profesionales. Junto a Ramoneda estaban Basola Vallés, CEO de entradas.com, ticketera que pertenece al grupo internacional Eventim; ; y Eugeni Calsamiglia, CEO de Ticketmaster España. Una servidora se encargó de moderar.

Y hay indignación. Eso es lo que Ramoneda aseguró que sienten los promotores al ver que hay «alimañas» que hacen negocio de algo que no es suyo, porque les genera conflictos con el público y obliga a incrementar la seguridad. Según el presidente de The Project, si alguien acaba comprando una entrada de 400 euros, puede que no vuelva a asistir a conciertos en todo un año, porque que ya habrá gastado todo su presupuesto para espectáculos. Pero no es solo una cuestión económica, sino que repercute negativamente en la experiencia del usuario, y eso afecta a la marca del artista, de la empresa promotora, de los conciertos y de la cultura en su totalidad.

¿Y cómo afecta la reventa a las ticketeras? Basola Vallés explicó que entradas.com es una compañía de servicios. «Nuestros intereses tienen que estar alineados con nuestros clientes. Por una parte los promotores y, por otra, el comprador final«. Al afectar a ambos, el problema «hace daño a la industria» y, en consecuencia, afecta a entradas.com. «Tenemos que invertir muchísimo en tecnología para evitar esos fraudes», declaró. Y la vez, tienen que competir a la hora de posicionarse en Google por encima de estas plataformas de mercado secundario (que tienen más capital para invertir porque sus beneficios son tan desorbitados como la totalidad del precio de las entradas que venden). Calsamiglia apoyó las palabras de la CEO de entradas.com y añadió que para ellos también es primordial ofrecer herramientas a los promotores.

Acto seguido salió a colación uno de los grandes debates cuando se trata el tema de la reventa de entradas: entradas nominales, ¿sí o no? Calsamiglia respondió a la gallega: «Depende». Vallés argumentó que ellos ofrecían un plus en este servicio porque podían tramitar que cada una de las personas asistentes a un concierto tuviera su entrada nominal y que no se quedara solo en la persona que las compraba, aunque también existe esa opción. «Pero ello implica una operativa en el recinto importante, por lo que es decisión del promotor si contrata este servicio o no», agregó Vallés.

Otros temas que se comentaron en la mesa fueron la reventa no especulativa o «ética», destacando por ejemplo el servicio FanSALE (donde los usuarios pueden vender su entrada a otro usuario si no puede asistir al concierto por causas mayores), que el grupo Eventim ya ha desarrollado en Alemania y en el Reino Unido y que según Vallés podría implantarse en España si los promotores así lo quisieran; y la tecnología blockchain, cuya conclusión fue que todavía no está suficientemente desarrollada pero probablemente solucionará gran parte del problema.

Por último, se debatió acerca de qué podían hacer los profesionales de la industria para contrarrestar esta problemática sin esperar las soluciones de terceros (es decir, regulación del Estado y la no aceptación por parte de Google de los anuncios de estas empresas de mercado secundario). En este sentido, público y ponentes comentaron que la educación de la audiencia es fundamental a la hora de crear una conciencia colectiva sobre qué es la reventa y cuán perjudicial es. De esta manera, los consumidores pasarían a comprar solo en puntos de venta oficiales.