Ivone Lesan: «Este negocio ha sido dirigido por hombres caucásicos de mediana edad»

Quedamos en Razzmatazz, nos sentamos en la sala exterior. Justo donde la gente fuma y bebe, habla de exámenes, trabajos, música y cine… o se lían un fin de semana cualquiera. Allí, en esas escaleras y con luz de día, Ivone nos habla sobre la industria de la música, la maternidad y sobre donde aprendió a bookear como una pro. Su camino viene de lejos, digamos que domina la letra pequeña de los contratos a fuerza de trabajo. Ahora lleva un año en la sala Razzmatazz y en la promotora Miles Away. La conclusión: muchos años, muchas experiencias y muchas historias.

Tu carrera es en la industria de la música en los últimos años es larga: comenzaste en Iguapop, que luego se convirtió en Live Nation, después diste un giro a Clipper’s para ubicarte finalmente en Miles Away. ¿Cómo fue ese proceso?

Bueno, hubo momentos horribles, no es necesario negar la realidad que uno vive, pero estoy muy feliz de todos y cada uno de los pasos que he dado, de absolutamente todo lo que he aprendido por el camino. Empecé siendo recepcionista en Iguapop. Para aquel entonces había fax, y éramos tres. Y, de repente, en diez años, aquello era una multinacional, y yo era promotora, con mis giras, mis bandas, y todas las horas que había pasado en casa leyendo contratos, los días interminables en la oficina aprendiendo en el departamento de comunicación, en el de producción, y en el de contratación, cobraban sentido.

Ahora soy una señora, y sigo aprendiendo cada día, pero creo que he llegado al lugar en el que quería estar. Razzmatazz es uno de los clubs más importantes a nivel europeo, y posee su propia promotora de conciertos. Ahora mismo estoy aprendiendo cómo funciona un club, a la vez que sigo haciendo lo que me entusiasma, que es contratar bandas, en Miles Away. A través de Razzmatazz estoy acercándome aún más a lo que significa la música a nivel cultural, no solo el puro negocio de vender entradas, sino lo que significa para un barrio, o para una ciudad, un espacio de ocio y una sala de conciertos. No somos médicos ni profesores, no somos imprescindibles, pero me apasiona esta labor de motor cultural, de espacio que activa un barrio, de lugar donde la gente viene a pasarlo bien.

El cambio tecnológico ha supuesto una “democratización” de la industria, donde todo el mundo, con un mínimo de seriedad y profesionalidad puede acceder a los artistas

Foto: Paula Perez

Recuerdo que me comentabas que habías tenido jefes que te habían enseñado el oficio.

Si, yo sabría la mitad de lo que sé si no fuese por Robert Grima (Live Nation). Existen muchas maneras de enfocar el oficio de promotor musical, pero aún hoy sigo pensando que aprendí del mejor. Liderar a la vez que muestras el camino, es algo que no todo el mundo sabe y quiere hacer. Yo aprendí a ser promotora, y aprendí a enseñar, y en parte hoy en día a eso me dedico. Y estoy feliz de poder hacerlo.

Te dedicas al booking internacional. ¿Cómo está el panorama musical actualmente?

El panorama ahora mismo está en pleno proceso de cambio. Las nuevas tecnologías cambiaron el panorama de manera automática. En 2006, ya estaba todo súper modernizado, pero las facturas y los contratos los seguíamos recibiendo por correo, y las confirmaciones de las giras por fax, y antes, únicamente por carta, fax y teléfono. Con los mails, en cambio, todo era mucho más inmediato. Con internet, las bandas empezaron a tener página web y era más fácil ir directamente a su agente. Hoy en día, con las redes, ya ni te cuento.

El cambio tecnológico ha supuesto una democratización de la industria, donde todo el mundo, con un mínimo de seriedad y profesionalidad puede acceder a los artistas. Pero este cambio, que sigue en proceso, que cambia las maneras de consumir música y cambia las maneras en cómo se produce la música, va de la mano de otro cambio más importante, que no ha sucedido de manera automática, sino que ha sido impulsado: hablo del cambio generacional y de género. Este negocio (y cualquier negocio, no somos distintos de las demás industrias) ha sido dirigido por hombres caucásicos de mediana edad.

Con el paso de los años, los modelos familiares y sociales están evolucionando, y dan paso a nuevos líderes, que se apartan de estos roles (no es que estos modelos no sirvan, ojo, sino que ahora conviven con otros). Cada vez hay más gente de distintas nacionalidades, cada vez hay más gente más joven, y sobre todo, cada vez hay más mujeres. Si tu no abres las ventanas para que corra el aire, la habitación no ventila, baja el nivel de oxígeno, se seca el ambiente, y al final te duele la cabeza y te tienes que ir a la calle a respirar. Esto es así con todo en la vida.

Foto: Paula Perez

Además de ser promotora, eres vocal de MiM y una de las fundadoras. ¿Dónde surge esta idea de formar una asociación especialmente enfocada a la industria de la música?

MIM surge de muchas mujeres que nos dimos cuenta de que nos pasaban las mismas cosas, y no queríamos que nos siguiesen pasando. Ni a nosotras, ni a las que vendrán. Supongo que los problemas son muy similares en el resto de industrias, pero surgió en el ámbito de la música, porque ya estábamos conectadas entre nosotras de una manera u otra.

Mencionabas que desde MiM habíais optado por una corrección amable, porque preferíais tomároslo con un poco de broma por lo mucho que cuesta que se enfoque la industria desde la percepción femenina (casos de festivales inscritos en la categoría de equidad en el cartel con menos del 10% de representación…) ¿Es esta la manera más eficaz de lograr el cambio?

Hemos optado por una corrección amable, porque, ¡mira qué ironía!, si reclamamos con vehemencia, recibimos rechazo. Fíjate que la vehemencia se entiende como violencia, y genera rechazo, que cosa, ¿eh? Reclamar nuestro lugar, nuestros salarios iguales a nuestros compañeros, nuestras mismas oportunidades de crecimiento, de manera firme y seria, se entiende como un gesto agresivo. Que un compañero que realiza el mismo trabajo que una compañera cobre un 25% más de sueldo, sin embargo, no se percibe como un gesto agresivo. Yo personalmente prefiero el cachondeo, porque si por mi fuese… me voy a poner el bozal aquí, que esto es para un lugar serio y respetable…. Muchas veces es realmente gracioso, de tan serio que es el tema, es cómico, como por ejemplo que un concurso decida dar un premio a la mejor banda femenina, como si eso fuese un género musical, ya puestos que den un premio a la banda con más pelazo, ¿no?

En realidad todos, quien más y quien menos, nos conocemos en el mundo de la música, y es cierto que de poco sirve entablar discusiones que no llegarán a ningún lugar, los que quieren entender que la desigualdad de género es algo que hay que destruir, lo entienden, y asumen su responsabilidad. Esa responsabilidad la compartimos hombres y mujeres. Pero los que no quieren entenderlo, o no creen que exista, no lo van a hacer ni que venga Gila a explicárselo. Así que mejor el cachondeo.

Un gran logro ha sido vuestra participación en varias ferias profesionales y la presión que ejercéis por una industria más paritaria. ¿Ves alguna evolución en este aspecto?

Yo creo que sí que hay una evolución. Muy lentamente todo el mundo está tomando consciencia de la infrarrepresentación de las mujeres, y muy lentamente esta infrarrepresentación se intenta equilibrar. Al principio, el foco estaba puesto en los escenarios, la parte más visible de la industria, y de ahí ha pasado a la parte de atrás de los escenarios. Si las mujeres no participan como jurados en concurso, el concurso no está representando la realidad, sino un mundo irreal y masculinizado. Y si las mujeres no participan en mesas de debates, y me refiero a COMO EXPERTAS, no como mujeres, esas mesas de debate no están representando la realidad, sino un mundo irreal y masculinizado. Porque, por cierto, hay más mujeres que hombres en el mundo.

Pero al fin es algo que parece que las organizaciones de concursos, mesas de debate, ponencias, etc., están empezando a comprender. Están entendiendo que están dejando de lado una parte muy importante del talento de la industria al no incluir a mujeres en estos contextos. Nosotras llamamos la atención cuando vemos desequilibrio, y proponemos expertas, en caso que las organizaciones de dichos eventos quieran corregir esos desequilibrios.

Foto: Paula Perez

Uno de los grandes rumores es que no hay tantas mujeres en puestos directivos porque en algún momento priorizan tener familia. Como si trabajar en la industria y tener una vida propia fuese imposible. ¿Qué crees que falta para que esta percepción se pierda?

Uf, faltan generaciones aprendiendo que hombres y mujeres tienen los mismos derechos y obligaciones con respecto a los demás. Falta que enseñemos a los más pequeños que niños y niñas son iguales, que pueden llegar a lo mismo siempre que se lo propongan, que no hay que tratarse de manera distinta según el género al que pertenezcas o con el que te identifiques, sino que todos y todas deben tratarse con respeto siempre.

Falta que aprendamos que no hay ropa de niños o ropa de niñas, que en las tiendas hay ROPA y que cada cual escoja lo que más le guste. Falta que en las escuelas se implemente la coeducación, el respeto y la empatía como materias básicas para el desarrollo de los niños y las niñas, y que cuando crezcan, las dos partes de la pareja, sea como sea dicha pareja, tengan el mismo derecho a crecer laboralmente si así lo deciden, con la ayuda de los gobiernos igualando las bajas maternales y paternales, y las empresas equiparando las excedencias y reducciones de jornada, sin importar el género (da igual si es la madre o el padre quien opta). Creo firmemente que nadie tendría que sacrificar nada, si todos nos apoyásemos, y los gobiernos aplicasen políticas de igualdad, empezando por la educación.

En una entrevista, mencionabas que en la oficina de Razzmatazz había más chicos con hijos que chicas. ¿Cómo se trabaja con una platilla tan equitativa?

No sé si hay más chicos con hijos que chicas, lo que sí que sé es que somos MUCHAS chicas en Razzmatazz, y muchas de ellas gestionan equipos. La verdad es que aquí ha surgido de manera natural. La empresa no se propuso contratar mujeres porque sentían la necesidad de tener una plantilla paritaria, la plantilla se generó de manera paritaria por motivos naturales. La encargada de técnicos de luces es una mujer, la responsable del departamento de contabilidad es una mujer, la responsable de todo el departamento de producción es una mujer, la responsable del departamento de comunicación es una mujer, pero no lo son por su género, lo son porque dirección ha considerado que eran las mejores candidatas para esos puestos de trabajo (lo que debería ser, vamos). La mayoría de estas mujeres que menciono son madres, han tenido sus bajas, sus excedencias, y siguen manteniendo sus puestos de trabajo, lo normal, vamos, pero parece una gesta extraordinaria.

Foto: Paula Perez

En la entrevista de Marcela San Martín publicamos que el techo que impedía subir a las mujeres era de hormigón y hubo algunos comentarios que nos tacharon de exageradas y ¡solo era una metáfora! Así que, siguiendo con esto, ¿qué estrategias podrían ser la dinamita de este hormigón?

Ay amiga, un techo de cristal implicaría que es fácil de romper y atravesar. Cualquiera que piense que es una exageración no ha vivido situaciones en las que ese techo de hormigón se hace visible, como cuando en igualdad de condiciones una mujer no entra en un proceso de selección por defecto, solo por ser mujer. Cuando yo trabajaba con 18 años en un gran supermercado (¡MUY GRANDE!) de reponedora, en la sección de ollas y cazuelas de barro, me dijeron que no podían renovarme el contrato porque al final me pasaría factura levantar tanto peso. Yo entraba a las 6.00 de la mañana y a las 9.00 todo estaba perfectamente colocado y fronteado en los tres pasillos de ollas, sartenes, cazuelas de barro, ollas exprés. Ni una sola vez me quejé de lo que pesaba lo que tenía que levantar. Pero perdí ese trabajo porque a lo mejor al cabo del tiempo me iba a pesar mucho todo aquello. Cogieron a un chico fuertote. Dijeron la palabra “fuertote”. Y yo me quedé sin ese trabajo maravilloso de 6 a 10 de la mañana que me permitía ir luego a la universidad.

Desde entonces, varias veces al mes he ido escuchando y viviendo estas situaciones, que efectivamente me llevan a afirmar que ese techo es de hormigón. Y quien crea que es una exageración, que quede conmigo para tomar un café, y le cuento 200 más como esa. Igual le hago cambiar de opinión. No se trata de generar estrategias para hacer explotar el hormigón, la onda expansiva nos haría daño a todos, a los que están por encima y a los que están por debajo. Yo creo que hay que cambiarse de piso. A un loft. La industria necesita estar en un lugar amplio, dinámico, abierto al cambio, feminista y profesionalizado. Y las estrategias para cambiar de piso pasan por estar todos y todas de acuerdo con esa necesidad, por exigir el cumplimiento de las leyes de igualdad por parte de las autoridades, por implementar procesos de selección donde un hombre y una mujer debatan y decidan quién es el mejor candidato o candidata, impulsar el talento femenino en las empresas, por dotar de referentes femeninos a las niñas y chicas que estudian música, que quieren formar una banda, o que les interesa trabajar en la industria musical, en cualquier subsector.


En APMusicales.com estamos entrevistando de manera presencial a personalidades relevantes de la industria musical que, basándose en su experiencia, tienen un punto de vista diferente sobre un tema de actualidad. Hemos entrevistado ya a Astrid Rousse en las oficinas del Sónar, a Jordi Vidal en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya, a Alicia Álvarez rodeada de skaters en la estación de Sants, a Cristina Garrote en las oficinas de La Cúpula, a Miguel Tudanca recién llegado a Barcelona, a Xenia Rafi en las oficinas de The Project, a Cristian Pascual en las del In-Edit y a Carmen Zapata en la Plaça Reial, a Marcela San Martín. Puedes seguir todas las entrevistas con el hashtag #EntrevistasAPM.

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