A principios de marzo, la Sala Apolo de Barcelona renovó las mesas de sonido, tanto la de PA y como la de monitores. “Estábamos en un punto en el que teníamos que hacer un cambio”, explica Alberto Guijarro, director de la sala. Durante el último año la idea había estado muy presente, pero se habían resistido, y hacía ocho años desde la última que vez que introdujeron cambios en el equipo. Finalmente, en pleno 2017, se hacía el salto de lo analógico a lo digital.
“Hace ochos años ya nos lo habíamos planteado, pero entonces muchos técnicos todavía no se sabían mover bien en las nuevas mesas digitales”, explica Guijarro. “Al final lo que queremos e intentamos como sala es poder coger cualquier rider de grupo y que no haya nunca ningún problema”, añade. La mesa elegida, después de valorarlo junto con los técnicos, fue la Midas Pro X.
“Es básico mirar los requerimientos técnicos que recibimos de las bandas, y las series Pro de Midas siempre aparecían entre las primeras opciones”, detalla Leandro Serraino, el técnico de sonido de la sala, quien explica que la decisión fue fruto investigaciones personales junto con la complicidad del proveedor y de un curso de formación avanzada en el manejo de mesas.
Según Serraino, el primer beneficiario de esta renovación son los propios artistas, pero asegura que va más allá. “Si los músicos se escuchan bien y están a gusto en el escenario, su actuación será más cómoda y fluida, por lo que el público se beneficia de ello”, apunta. Además, afirma que agilizará el tiempo de las pruebas de sonido e incluso del cambio de bandas durante el concierto.
¿Pero implica todo eso más volumen? En absoluto. Serraino aclara que el volumen depende del equipo de sonido y del limitador que obliga a poner el Ayuntamiento, pero no de la mesa. La diferencia, sostiene, se notará entonces en la “mayor definición de la música”, buscando un sonido de directo “lo más fiel posible a la grabación, así que diría que no hace falta ser un experto para darse cuenta”, zanja.