A Miguel Ángel Tudanca le llaman Pinky. Y a la asociación estatal de salas de música en directo le llaman Acces. Él la preside desde hace un par de años. No ha llegado ahí por casualidad, ya que siempre ha trabajado en el mundo de la música. Empezó como dj en Barcelona, combinándolo con trabajos en agencias de management. Luego se mudó a Madrid para trabajar con los grandes del disco – estuvo en Sony 12 años – y de los medios – Europa FM -. Y en 2009 abrió la sala El Hangar, en Burgos. Dice que esta sala para 1.200 personas, una de las más grandes del norte, también hace funciones de centro de creación cultural. Cuenta con salas de ensayo y estudio de grabación. Apoyar a grupos jóvenes es una de sus prioridades. Del Hangar salió La M.O.D.A., por ejemplo. También creó la asociación de salas de Castilla y León, que pertenece a Acces.
¿En qué luchas estáis envueltos ahora mismo en Acces?
Acces persigue la estructuración del sector de las salas de música en directo. Intentamos que se homologuen las licencias y que se generen proyectos tipo circuitos, que pensamos que es la mejor forma de ayudar a los músicos y a las salas. Además, también estamos en negociación constante con SGAE. Hemos conseguido un convenio con ellos, así que los socios de Acces tienen mejores condiciones. También perseguimos la profesionalización de las personas que trabajan en las salas de conciertos, por lo que ofrecemos formación, por ejemplo.
ACCES está formada por 110 salas de conciertos, cuyas puertas recibieron a casi 2 millones y medio de personas durante 2017. Ingresaron casi 26 millones de euros y gastaron casi 20 millones, con más de 13 mil actuaciones realizadas. Las cifras están ahí pero, ¿nos podrías hacer un análisis cualitativo de estos datos?
Yo creo que vamos a mejor. Las salas se están profesionalizando, los artistas exigen una serie de condiciones técnicas que muchas veces no se cumplían… Y el público también es más exigente: va a un concierto y quiere que se vea bien y que se oiga bien. Hay cierto intrusismo, espacios que no están habilitados para la música en directo, como bares heavys o de cantautores, por ejemplo, pero en realidad está bien: siempre ha existido el underground. Sería ridículo querer cargárselo de un plumazo porque esos bares también son necesarios. Por ejemplo en Barcelona está el Macarena, un local de música electrónica que no es tan conocido como el Moog u otros clubs pero del que han salido djs importantísimos. Las salas de conciertos pequeñas y medianas son el paso siguiente y, aunque también nos movemos a veces con escenas del underground, ya estamos dentro de un ambiente profesional.

¿Y cómo avanzan vuestras relaciones con Europa? Porque estabais colaborando con Live DMA y con el programa Music Moves Europe.
Ahora mismo en Live DMA somos 18 asociaciones provenientes de 14 países, luchando por conseguir los mismos objetivos. El más importante es lograr que se reconozca nuestro trabajo. Consideramos que las salas son el eslabón principal para que los nuevos artistas se puedan curtir sobre un escenario y así ir creciendo. El hecho de que se haya planteado Music Moves Europe ya es una buena noticia, porque significa que hay un presupuesto destinado a ello en la Unión Europea, porque hasta hace poco la música estaba relegada a la última de las prioridades. Ahora, gracias al trabajo de las asociaciones de profesionales de la industria musical, comenzamos a tener una voz en Europa. Se nos pide opinión y se nos escucha.
Esto del reconocimiento es lo que explicabais en Granada Experience, ¿no? ¿Quién debe reconoceros? ¿El público, las instituciones…?
Primero las instituciones. Deben reconocer que hacemos un trabajo importante para la cultura en general y para el desarrollo de los jóvenes artistas en particular. Y sí, reconocimiento también de la ciudadanía. A veces la gente pasa por delante de un club y piensa que allí pasan cosas extrañas o peligrosas. Y es por ignorancia. Así que es importante que los vecinos sepan que existen profesiones dentro del mundo de la música. Que quizá tienen un horario diferente, pero es gente que trabaja como cualquier otra persona. Un técnico de sonido o de luces, un programador… Estas personas son profesionales. Este año hemos hecho una jornada de puertas abiertas para que los vecinos conozcan la sala en horario diurno y se olviden de los prejuicios. Porque muchas personas piensan que las salas de conciertos pertenecen al mundo de la noche, y son alcohol y drogas… y rock and roll. No. Es más que eso.
A veces sí, pero no siempre jaja.
No siempre jaja. De hecho también peleamos para que el acceso a los menores esté permitido en las salas de conciertos. Dicen que no pueden entrar porque se vende alcohol. Pero en cualquier bar venden alcohol y puedes ir con los niños. En este sentido fue muy importante el impulso del colectivo Queremos entrar, un grupo de jóvenes ocn la cabeza muy bien amueblada que hicieron ruido y consiguieron que Madrid cambiase esa ley absurda. Poco a poco estamos consiguiendo que se cambie en otras comunidades autónomas. Es mejor que estén en un concierto, que es una actividad cultural, que no en una calle haciendo botellón o lo que sea que hagan. Por lo menos algo se aprende en un concierto. Porque hay que ver las salas así, como patrimonio cultural. Sobre todo en las ciudades pequeñas, porque las salas generan mucha actividad cultural. Nosotros, por ejemplo, hacemos las fiestas del barrio en la sala El Hangar. Para los vecinos es algo familiar. Es importante darle naturalidad a todo esto.

Otra de vuestras metas es mejorar la contratación de los músicos. Se explicó el tema en la charla del Primavera Pro de APM pero, ¿podrías hacer un repaso de cuáles son las leyes que se deben adaptar a la actual demanda y quiénes son las figuras que faltan por cooperar?
Todo parte de una ley de los 80 que además nunca llegó a desarrollarse. O sea que ya partimos con mucho retraso. Desde entonces el panorama ha cambiado mucho. Antes los clubs tenían orquestas que actuaban con mucha frecuencia y que formaban parte de la plantilla de trabajadores. Pero ahora hay muchísimas salas que hacen conciertos diarios. Además está la cuestión de la intermitencia de la carrera de un músico: ya que un mes tiene un bolo, al mes siguiente no tiene nada, luego al siguiente tiene cuatro… Obviamente estamos a favor de que los músicos tengan sus derechos sociales y laborales cubiertos, pero el sistema no está preparado para ello. Por ejemplo, en Francia valoran la intermitencia de la que te he hablado. Y además, otra cuestión: ¿Dónde está la barrera entre un músico amateur y uno profesional? Habría que marcar un punto de partida. Porque a veces las salas ofrecen la oportunidad a bandas emergentes para que puedan mostrar su obra y crecer, pero para la sala no es ningún negocio porque no se venden tickets. Entonces la relación laboral es diferente que con un músico profesional. El discurso que hacen algunos sindicatos, que además hacen mucho ruido, de que estamos engañando a todos los músicos… Pues es un poco populista y oportunista. Porque somos los primeros que queremos un sistema ágil, cómodo y justo.
Ya para acabar: ¿Qué dirías si tuvieras que definir en una frase o en pocas palabras cómo está ahora mismo la situación de las salas de conciertos en España?
El sector está en plena evolución. Y estoy orgulloso de que las salas de conciertos, desde el sector privado, estén aportando tanta oferta cultural a las ciudades.
En APMusicales.com estamos entrevistando de manera presencial a personalidades relevantes de la industria musical que, basándose en su experiencia, tienen un punto de vista diferente sobre un tema de actualidad. Hemos entrevistado ya a Astrid Rousse en las oficinas del Sónar, a Jordi Vidal en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya, a Alicia Álvarez rodeada de skaters en la estación de Sants y a Cristina Garrote en las oficinas de La Cúpula. Y pronto publicaremos más entrevistas.
Si tienes alguna sugerencia de a qué persona podríamos entrevistar – o si crees que tú mismo/a podrías ser un/a buen/a candidato/a – por favor envíanos un mail a prensa@apmusicales.com