El Bloque televisión
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Música en vivo y televisión: la extraña pareja

El vínculo entre la televisión y el sector del directo es como una de esas relaciones tóxicas y adictivas en las que ambas partes dicen quererse mucho pero siempre se tratan fatal

El maestro Paco de Lucía dijo: “La guitarra está cambiando y yo tengo una obligación con la gente que me sigue de abrir nuevos campos”. Algo parecido debería suceder con la relación entre la música en directo y la televisión. Estas disciplinas complementarias, más que estar enfrentadas, deberían servirse la una de la otra para dar testimonio de la realidad y reflejar ese puñado de síntomas, actitudes y expresiones que aglutina ese concepto llamado signo de los tiempos. 

Pero digamos la verdad: la música (en directo, grabada, en un documental…) emitida por televisión, en este país no funciona. Pero, claro, ¿existe una manera de hacer masivo lo que parece tener el tamaño de un nicho? ¿Qué recursos habría que utilizar para que aquello que no interesa se convierta en algo apetecible y sexy?

A lo largo de la historia de la televisión contemporánea, los programas sobre música –especialmente en el ente público– han sido muchos y variados. Sean de música en directo o grabada, con el playback como emperador o con el archivo como protagonista, los espacios musicales han tenido mucha presencia en La 2 de Televisión Española. Ahí va una muestra representativa de los últimos diez años: Los conciertos de Radio 3 (emitido desde 1998 hasta la actualidad), Mapa sonoro (2012-2014), No disparen al pianista (2009) y Cachitos de hierro y cromo (desde 2013 hasta la actualidad). 

El programa que parece haber traído (de nuevo) la reconciliación de la música con la televisión ha sido La hora musa: un espacio con actuaciones en directo que comenzó a emitir La 2 en septiembre de 2018 y que aún no se sabe si tendrá segunda temporada. Se ubicó en prime time, lo condujo la artista mallorquina Maika Makovski y su propuesta ha conseguido poner de acuerdo a un sector de la industria. Urbana Gil, productora ejecutiva de cultura de Radio Televisión Española, valora esa relación: “Las audiencias parecían haber abandonado este tipo de espacios, y apostar por ellos suponía cierto riesgo”. “Diez años después del último gran programa No disparen al pianista hemos decidido lanzarnos a esta aventura con Cachitos de hierro y cromo y La hora musa. Creemos que la apuesta ha salido bien, pero también habríamos podido estrellarnos. Son los primeros, pero no serán los únicos en el futuro”, asegura Gil.

Clásicos de ayer y nuevos formatos

Los conciertos de Radio 3 cumplieron 20 años en 2018 y lo celebraron con un concierto en el Circo Price de Madrid. Han resistido en la parrilla de La 2 aunque con una ubicación poco agradecida: la madrugada. Alicia Álvarez, directora de contenidos de Radio Primavera Sound y codirectora de El bloque –programa sobre música urbana emitido online, inspirado en La edad de oro y grabado en La (3) de Apolo– reflexiona sobre el asunto: “¿Quién va a ver Los conciertos de Radio 3 a las tantas de la madrugada cuando existe YouTube 24/7 con todos los directos que te puedas imaginar? La música indie en directo ya la hemos visto en anteriores capítulos y no tiene nada nuevo que pueda competir con YouTube y con Instagram Stories”.

Para la celebración de los 40 años de la Constitución, Radio 3 organizó en 2018 un concierto en la puerta del Congreso de los Diputados (Madrid) en el que participaron Iván Ferreiro, Pedro Guerra, Niño de Elche, Mikel Erentxun, Izal, Luz Casal, Ángel Stanich, Zahara y Carlos Jean. ¿Es suficiente esta selección para escenificar las diferentes generaciones de artistas y de géneros musicales, así como para representar el papel de la mujer en la música desde que se inauguró la democracia? Álvarez responde: “Si estuvieran leyendo el tiempo en el que nos enmarcamos ese cartel estaría lleno de mujeres y de artistas nuevos. Operación triunfo está reflejando la realidad del hoy y toca temas que Radio 3 no sabe canalizar. Es grave que en el ente público haya semejante frenada de nuevos talentos”.

Quien sabe de qué va eso de los talent shows es Joe Pérez Orive, director de marketing de Live Nation Barcelona, jurado de Operación triunfo (programa que lanzó las carreras de artistas tan destacados como David Bisbal y Pablo López) y más recientemente reportero junto a Jon Sistiaga en una serie de reportajes llamados Joe & Jon (Movistar +), cuyo primer capítulo trata sobre el black metal en Noruega. Para Pérez Orive, este tipo de programas entre los que también están La voz (Antena 3) o Se llama copla (Canal Sur) tienen “la música como hilo principal. A partir de ahí es comprensible añadir subhilos que aporten interés, como el humor”. Y los formatos, comenta, “tienen distintas estrategias”. Por ejemplo: en La voz el jurado es el protagonista mientras que en OT lo es el concursante.

Virginia Díaz, directora del programa 180º (Radio 3) y presentadora de Cachitos (La 2) considera que estos son “programas concurso, no programas de música”. Y prosigue: “Desde mi punto de vista, buscan el entretenimiento. No pueden copar la cuota de los programas musicales y vendernos la moto de que sí hay programas musicales en televisión”, recalca la periodista.

Por su parte, Iñigo López –periodista de la sección de cultura de El País durante más de una década, actualmente parte del equipo de redacción de Icon y miembro de la junta directiva de Periodistas Asociados de Música (PAM)– realiza un paralelismo entre los talent shows musicales y los realities: “Yo no los llamaría programas musicales por el mismo motivo por el que no considero Supervivientes un programa para enseñar a sobrevivir en una isla desierta”.

“Siempre me ha parecido que Operación triunfo, La voz y demás pretenden convertir la música en una disciplina atlética, con sus eliminatorias, sus finales, sus demostraciones de poderío, sus lágrimas y sus lesiones”, bromea el periodista. Y añade una anécdota: “Me decía un músico que participó en uno de esos programas que para lo único para lo que le había servido a él era para multiplicar por diez el número de seguidores en Twitter. Así que supongo que sí habrá nuevos aficionados”.

Tirar de archivo, fortalecer la memoria

Fuera de los canales públicos, en plataformas de pago como Canal +, se emitió Un lugar llamado mundo (2013-2014): un espacio de actuaciones y entrevistas patrocinado por una marca de cerveza, dirigido por David Trueba, producido por Toni Garrido y presentado por Javier Limón. Tampoco funcionó. Más recientemente, en Movistar + se emiten dos espacios dedicados a la música: Sesiones Movistar Plus, un programa de actuaciones, y Canciones que cambiaron el mundo, una pseudoserie documental que tira de archivo –al igual que Cachitos y Ochéntame otra vez (La 1)– en la que se ensalzan los temas que fueron la banda sonora de algunos momentos destacados de la historia contemporánea.

“Mira lo que hacen los british con sus reportajes tipo Synth britannia: hablan de una época, del sonido que la marcó…”, comenta López. “Lo que me parece un horror es convertirlo en comedieta. Una cosa es mirar al pasado y otra muy diferente es creer que Cuéntame es mirar al pasado”, sentencia.

Copiar a BBC

No es casualidad que López mencione un programa de la BBC, pues la cadena parece haber sido siempre un modelo de ente público a seguir y Later… with Jools Holland un formato digno de replicar. ¿Sería beneficioso para la industria de música en España reproducir un formato así? “Me parece que esa obsesión por la música en directo, como si fuera la culminación de la música, requiere un esfuerzo que se podría repartir mejor. Deja fuera cosas como lives de productores de electrónica”. “A mí me gustaría un programa musical que pulse lo que pasa más que ver a Izal tocando en una azotea”, argumenta Iñigo López.

A pesar de sus palabras, lo cierto es que el pasado mes de noviembre, se pudo comprobar en Bilbao el poderío del vínculo entre la música en directo y la televisión gracias a la gala de los MTV Europe Music Awards. La ciudad vasca se convirtió en el epicentro de la industria, tanto por el despliegue de medios sobre el terreno como por el nivel de las puestas en escena.

Entre los artistas estaba Rosalía, rodeada de multitud de bailarines. Y es que el cuerpo de baile ya parece casi una seña de identidad de la artista catalana, tal y como se pudo comprobar en la presentación de su disco, auspiciada por Red Bull, en la plaza de Colón de Madrid. El montaje fue llevado a cabo por la productora Fazeta. Uno de sus fundadores, Miguel Tortajada, lo relata así: “Los productos diseñados por milenials para milenials, funcionan”.

“Han conseguido crear unas bases de fans autónomas con planes de marketing de guerrilla que empiezan y acaban en ellos mismos y en su entorno de colaboradores que, generalmente, tienen el mismo rango de edad y el mismo tipo de ideas acorde a los proyectos que desarrollan”, comenta.

Sobre si hay una fórmula para reavivar la llama de la relación entre televisión y música en directo, Alicia Álvarez no duda: “Contratar a gente joven. Es la fórmula que ha dado el éxito a Operación triunfo”. Y abrocha así su exposición: “El periodismo musical en general no debería seguir cerrándose al lenguaje y los formatos. Seguimos negando que existe internet, haciendo como que podemos seguir igual, sin cambiar la forma en la que nos comunicamos”, remata. Y hasta que eso no cambie, parece que esta relación seguirá siendo de amor-odio.

Este texto de María Ballesteros fue escrito para el décimo aniversario del Anuario de la música en vivo