Paul McGuinness, mánager de U2
Paul McGuinness, mánager de U2

¿Para qué sirve un mánager?

Seguimos con la sección en la que desvelamos fragmentos del libro de Vicente Mañó y Javier Bori Así funciona el negocio de la música (Editorial Círculo Rojo, 2016). Mañó, autor intelectual de la obra, lleva desde 1984 como mánager de grupos y promotor de eventos desde su oficina de producciones y management, Tratos. En este cuarto fragmento se aborda la figura del mánager. ¿Cuáles son sus funciones? ¿Qué se le debe exigir?

«Alto y claro: el mánager no es un «busca bolos». Otra cosa es que, de entre sus numerosas actividades, el mánager tenga, como un cometido más de su empresa de ‘management’, el desarrollo de la contratación de sus artistas.

La realización de conciertos se basa en la ley de la oferta y la demanda, es decir, existe un mercado, el musical, que además de nutrirse esencialmente de la venta de la música en soportes físicos, también lo hace de los espectáculos que ofrecen los artistas a través de sus conciertos. En este sentido, la profesión artística genera una demanda entre aquellas personas, organizaciones, asociaciones, o entidades públicas y privadas que quieran ofrecer un espectáculo en algún lugar determinado. Y para atender dicha demanda de mercado, existen una serie de profesionales cuya dedicación es la comercialización de dichos eventos, de tal manera que tienen la capacidad de ofertar las actuaciones de los artistas que conforman sus catálogos.

En la mayoría de países donde funciona el negocio de los conciertos, los mánagers, paralelamente a su actividad principal, crean una estructura en sus mismas oficinas para gestionar y comercializar las actuaciones de sus artistas, a través de departamentos propios de contratación de conciertos. Esta labor de comercialización y venta de conciertos es lo que, en el argot de nuestro sector, llamamos ‘booking’.

[…] Los mánagers, de común acuerdo con sus artistas, marcan un precio de mercado, que es lo que se conoce popularmente como ‘caché’. Este caché contiene los costes del artista, entre los que se contemplan, por ejemplo, músicos, equipos de sonido, hoteles, viajes, dietas, etc. Además de su margen de beneficio y un porcentaje que oscila entre el 5 y el 10%, que se reserva para, en el caso de que una agencia artística haya intervenido en la contratación de un concierto, abonarle una comisión por sus servicios.

Así funciona el negocio de la música

Editorial: Círculo Rojo

Páginas: 192

Precio: 17,20