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¿Qué tienen en común Netflix y la música en vivo?

Pitchfork ha publicado un artículo sobre el buen y el mal uso de Spotify, donde además compara la plataforma con Netflix y la música en vivo. Damon Krukowski, el autor del texto, defiende que Netflix, que actualmente es el servicio dominante de streaming de vídeo, solo cuenta con 25 películas realizadas antes de 1950; y que quizá podría darse la misma situación en la música en vivo: «podría ser cuestión de tiempo hasta que estas compañías pierdan interés en el 90 % de la música que no devuelve ni siquiera el 1 % de los ingresos brutos. Parece probable que se llegaran a descartar los contenidos con menos público también en la industria de la música en vivo, basta con mirar a Netflix».

Las 100 personas más influyentes de la industria musical

El informe Billboard Power 100 recoge las 100 personas más influyentes en la industria de la música a nivel internacional. Hasta aquí todo perfecto, solo que, según recoge Music Business Worldwide, hay una «evidente falta de diversidad en esta lista anual», pues la mayoría de personas que aparecen en esta lista con hombres blancos de mediana edad.

Demanda al promotor de Little Mix

La semana pasada se conocía la noticia de que una mujer había demandado a los promotores del concierto de Little Mix en Reino Unido por no respetar la Ley de Igualdad de 2010, pues el promotor le facilitó un intérprete de signos para el concierto de Little Mix, pero no estuvo presente en las actuaciones de los teloneros. Según IQ, Symphotech, empresa de seguridad especializada en eventos ha presentado una solución para ayudar a los promotores de conciertos a cumplir con la legislación de igualdad: Instalar una pantalla en una esquina del escenario donde se emitirán imágenes de un presentador que irá siguiendo la actuación en vivo y comunicando qué está ocurriendo con numerosas animaciones, actuaciones y un feed de las letras de las canciones.

La polémica del concierto de Lorde en Israel

Lorde tenía programado un concierto en Israel para este verano, pero después de recibir cartas de algunos activistas, reconsideró la actuación y finalmente canceló el concierto. Ahora, según publica The New York Times, se ha presentado una demanda conforme una ley de 2011 que permite reclamar un daño económico producido por un boicot contra Israel. El caso de la artista neozelandesa estrenará esta ley antiboicot.