¡Queremos entrar! Menores, a las puertas de las salas de música

En la Comunidad de Madrid un menor de edad puede entrar en un bar o en un restaurante cualquiera donde la barra y las mesas rebosan de bebidas alcohólicas. Sin embargo, tiene terminantemente prohibido acceder a una sala de conciertos, ya sea solo, con sus amigos o incluso acompañado por sus padres o un tutor. ¿El motivo? Que venden alcohol. La paradoja clama al cielo y los gestores de las salas de conciertos, los promotores musicales y los propios jóvenes afectados piden al gobierno madrileño que ponga fin a este absurdo.

“Es una situación de lo más marciana”, resume Javier Olmedo, director de Noche en Vivo, la asociación que reúne las salas de conciertos de Madrid.

La culpa es de la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, vigente desde 1997. La ley establece en 18 la edad mínima para entrar en establecimientos tipo salas de fiestas, discotecas o “bares especiales” siempre y cuando vendan alcohol. La licencia de actividad de las salas de conciertos de Madrid entra dentro de esta categoría, en cambio se libran de ella recintos como el Barclaycard Center o el Palacio Vistalegre, donde se puede vender alcohol y a la vez permitir la entrada a jóvenes sin tutor a partir de 16 años o bien de cualquier edad si lo hacen acompañados de un adulto.

El agravio comparativo no se encuentra tan solo en esta discriminación por recinto; también en contraposición a otras comunidades autónomas, como Cataluña, donde la ley, que depende de cada parlamento autonómico, es mucho menos restrictiva. “El caso de la Comunidad de Madrid es el peor de todos”, apunta Olmedo.

Sanciones de hasta 900.000 euros

Las salas no se la pueden jugar haciendo la vista gorda. Desde 2013 las sanciones contempladas por la misma ley son elevadísimas, hasta 90.000 euros por dejar entrar a un menor y 900.000 por venderles alcohol. “Nos hemos encontrado más de una vez diciendo a unos padres que no pueden entrar con sus hijos al concierto y que el chaval tendrá que esperarlos en el bar de la esquina”, explica Olmedo.

La situación se vuelve todavía más kafkiana cuando es el propio músico quien no llega a la mayoría de edad. “Si el batería de un grupo sueco tiene 17 años, le tenemos que decir que en Inglaterra o Alemania podrá tocar, pero aquí desgraciadamente no”, añade el responsable de Noche en Vivo.

Más allá de la industria de la música en vivo, los jóvenes de Madrid están empezando a alzar la voz para que se ponga fin a esta situación. “Aquí nadie se ha preocupado de favorecer el acceso de los menores de edad a la cultura, sino de ponerlo más difícil todavía”, apunta Alejandro Tena, portavoz de ¡Queremos entrar!, un movimiento que exige cambios en la ley para que este colectivo pueda disfrutar de la música en vivo en condiciones.

“¿Qué es eso de que no podamos ir a ver a nuestra hermana mayor tocar con su banda, o acompañar a nuestros padres a un concierto?”, se pregunta Tena, al frente de este “grupo de trabajo” integrado por jóvenes de hasta 21 años. De momento ya han recibido el apoyo de grupos como Vetusta Morla o Mucho.

El público envejece

Los efectos de estas restricciones son múltiples y profundos, tal y como apuntan los gestores de las salas de conciertos. “Estamos perdiendo varias generaciones de jóvenes para quienes ir a un concierto ya no será una actividad de ocio habitual”, lamenta Armando Ruah, coordinador de ACCES, la asociación estatal de salas de música en directo.

Ruah recuerda que algunos de los grupos españoles de mayor éxito del momento, como Vetusta Morla, Love Of Lesbian o Izal, tienen una base de fans que se nutre en una cifra nada desdeñable de menores de edad. “Vale que estas bandas normalmente ya no actúan en salas pequeñas, pero es en ellas donde han crecido hasta ser lo que son hoy”, añade.

Olmedo incide también en los efectos que tiene esta medida en la educación cultural de los jóvenes madrileños. “Esto es como si de pequeño te impidieran leer; así no vas a gozar nunca de la lectura”, resume. La prohibición del acceso de menores está comportando, según el responsable de Noche en Vivo, que el público de las salas madrileñas “esté envejeciendo”, sin que se genere un relevo.

También frustra a las bandas jóvenes. “A Noche en Vivo nos llegan muchas maquetas de chavales hartos de ensayar en un garaje y que quieren tocar en alguna sala madrileña, pero lo único que les podemos decir es que esperen a ser mayores de edad”. La pregunta que se hace Olmedo es cuántos nuevos ‘Amarales’ o nuevos ‘Perezas’ se perderán así por el camino.

Desde Noche en Vivo ya han mantenido una primera reunión con la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, y aventuran que esta será “la legislatura de la Comunidad de Madrid en la que por fin podremos dar un vuelco a la situación”.