Ángelo Tormena

¿Quién financia la cultura?

Artículo del director de Cap-Cap, Xavi Manresa, publicado en el ‘VI Anuario de la Música en Vivo’.

Hay un dicho que cuenta: “¿Qué es el arte? Morirte de frío”. Vivimos tiempos en los que la creación se encuentra en un momento fantástico de expresión, en cantidad y calidad, y más si nos referimos a la música. Las herramientas para componer son infinitas, y el volumen de músicos que quieren llevar sus inquietudes al plano público para dar a conocer su obra o sus interpretaciones de obras ajenas es incontable. La red es una herramienta perfecta para lanzar una creación. Cualquier obra tiene el potencial de llegar a todos los rincones. ¿Quién podía pensar, hace 15 años, que un cantante coreano podría alcanzar las cuotas de popularidad que logró PSY? ¿O que el gran fenómeno de los últimos años sería descubierto a través de YouTube y llegaría a conquistar los mercados globales?

Estamos en una situación inaudita en cuanto a las posibilidades que un artista tiene para exponer su obra. Otra cosa es subirse al escenario, que, al fin y al cabo, es el objetivo de cualquier músico.

Centrémonos en España, donde la situación es durísima. Como metáfora de lo que pasa en la misma sociedad, la clase media musical –que engloba a la mayoría de grupos– vive instalada en la precariedad y con la incertidumbre de saber si podrá mantenerse ante la escasez de oportunidades de tocar en directo. La falta de infraestructuras adecuadas, el nulo apoyo institucional y la restrictiva situación fiscal no facilitan para nada la aparición de nuevos talentos ni el desarrollo de talentos ya reconocidos.

No somos conscientes de cómo empobrece al país el hecho de no poder potenciar el talento interno ni traer a las joyas internacionales. Una situación desesperante para la industria y un déficit para un Estado en franca descomposición económica y social.

La poca implicación de las administraciones en el desarrollo de la cultura –obligada o deliberada– hace imprescindible buscar alternativas para financiar cualquier expresión artística, y esas alternativas están en el ámbito privado. Lástima que en este país no contemos con una Ley del Mecenazgo como las que sí existen en el resto de países de nuestro entorno. Una ley progresista donde la iniciativa privada pueda cubrir el hueco dejado por la inexistente inversión pública. Y no solo en la música. También en cualquier ámbito cultural, en la investigación y en la educación.

Seguir poniendo parches con reformas fiscales en lugar de atacar el problema con una Ley del Mecenazgo a la altura nos pone en riesgo de perder una generación de creadores, investigadores y educadores. La alternativa es conformarse. Y eso supone renunciar a la creación de las infraestructuras que deben sacar a la industria del directo española de la cola de Europa.

Y si no es por ganas de incentivar la cultura, que sea por la economía. La Ley del Mecenazgo daría alas a un sector con un peso mayor en el PIB que el de la industria automovilística y que, ni decir tiene, no recibe las mismas ayudas públicas.