Este 2017 será recordado como el año en el que más se ha luchado contra la reventa de entradas. Medios, artistas, promotores y políticos han puesto el problema sobre la mesa y nadie puede ya mirar hacia otro lado. Pero en 2018, al anunciar U2 su vuelta a España, se ha vuelto al punto cero. Los irlandeses habían sido pioneros con las entradas nominales para su concierto en Barcelona, pero esta vez, en Madrid, han descartado la opción. En cuestión de minutos se agotaron 16.000 entradas. Al poco, reaparecían encarecidas en las páginas web de reventa.
Al día siguiente Metallica tocaba en Madrid en un concierto en el que sí habían apostado por las entradas nominales. En estos casos, en las grandes giras internacionales, la decisión es de la banda. La valoración de la iniciativa fue positiva. Cuando alguien llegaba al recinto, presentaba su ticket y, si no estaba su nombre, no podía pasar. Más claro, el agua. No había excusa que valiera: ni amigos que no habían podido ir a última hora, ni posibles errores al comprar el regalo del nieto, ni nada.
¿Solucionó esto el problema? A medias. Efectivamente, los que habían comprado entradas revendidas se quedaron fuera del concierto. Pero no por eso dejaba de ocurrir algo peor: decenas de fans volvían a su casa decepcionados. Quizá, encima, habiendo pagado hasta diez veces el precio original del ticket: de los 65 euros de salida a más de 600.
El problema de la reventa llegó a instancias políticas de la mano de los promotores de APM. Tras la denuncia de Get In, Riff y The Project por las entradas que ofreció Viagogo para el concierto de Joaquín Sabina en A Coruña cuando ni siquiera habían salido en la venta; y tras el posterior anuncio de la alianza anti-reventa de Alejandro Sanz; la asociación anunció a finales de febrero que entregaría al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte una propuesta de regulación para poner trabas a las empresas de reventa digital.
“El día que estas webs dejen de salir en las primeras posiciones del buscador, la mayor parte del problema se habrá terminado”, Tito Ramoneda, The Project
La cronología sigue así: a principios de marzo de 2017, varios empresarios de promotoras se reunieron con diputados en el Congreso, y fue finalmente Félix Álvarez, de Ciudadanos, quien hizo la pregunta en la Cámara: “¿Piensa el Gobierno llevar a cabo alguna medida para regular la reventa de entradas online?”. El ministro Íñigo Méndez de Vigo respondió afirmativamente: “Vamos a trabajar en ello”.
Tras esa intervención, el 27 de abril tuvo lugar una primera reunión entre APM y técnicos del Ministerio para abordar las posibilidades de legislación entorno al problema. Mientras, la asociación empezaba a trabajar en otro frente, Google, que consideraba igual o más importante que la renovación de la ley de 1982, en la que solo se tenía en cuenta la reventa a pie de calle.
El vicepresidente de APM y presidente ejecutivo de The Project, Tito Ramoneda, lo tiene claro: “El día que estas webs dejen de salir en las primeras posiciones del buscador, la mayor parte del problema se habrá terminado”. Así que el 22 de mayo parte de la junta y el abogado de la asociación, Gabriel Rossy, se reunieron con el gigante tecnológico. “Les anticipamos el tipo de fraudes y engaños que las víctimas de la reventa estaban sufriendo y les expusimos que Google era una pieza clave en la estrategia engañosa de muchos esos sitios web”, explica Rossy. Allí quedó eso, por el momento.
Mientras, claro está, el mercado fraudulento de la reventa de entradas online seguía funcionando a pleno rendimiento y afectando a todo tipo de giras, algunas más que otras. La mayoría de las que hoy ostentan el ranking de este mismo anuario sufrieron el problema en primera persona. Es el caso de Ricky Martin, en Madrid, justo el día después de la reunión mantenida con Google. Solo un ejemplo: una pareja viajó desde Alemania expresamente para ver al cantante. Habían pagado 600 euros por su entrada y no pudieron entrar: la habían comprado en Viagogo.
Pero es que, además, la gira de Ricky Martin fue especialmente singular. “Debido a cambios inevitables en mi agenda de trabajo me veo en la necesidad de posponer los conciertos por unos días”, señalaba el cantante en una nota de prensa solo un mes antes de su concierto en Madrid. Hasta seis fechas se reprogramaron y la promotora Doctor Music ofreció a los afectados la posibilidad de pedir el reembolso de la entrada. Pero, ay, eso no incluía a los tickets comprados en reventa.
Entra en las jornadas profesionales
A primeros de junio de 2017, APM organizó una mesa redonda para tratar el problema en el marco del Primavera Pro, las jornadas profesionales del festival barcelonés. Estuvieron Basola Vallés (entradas.com), Dan Pierce (Seatwave), Eugeni Calsamiglia (Ticketmaster), Roberto Bua (Twickets) Pablo Soler (Primavera Sound) y Tito Ramoneda (The Project).
Pierce, de la plataforma de reventa vinculada a Ticketmaster, se mantuvo firme en la defensa de la auto-regulación del mercado, pero Calsamiglia fue un paso más alla y llegó a sugerir que si el consumidor estaba dispuesto a pagar más, quizá era porque el error estaba en el precio de venta fijado por los promotores. Ramoneda replicó airado: el problema a combatir es la reventa y no el precio de las entradas oficiales.
La frase de Calsamiglia no era un desliz. David Marcus, vicepresidente ejecutivo de Ticketmaster a nivel mundial y responsable de su división musical, transmitió esta misma idea en una ronda de entrevistas que dio en España a principios de 2018: “Hay diferencia entre lo que la gente está dispuesta a pagar y el precio del mercado. Pero lo de cambiar los precios depende en buena medida de los propios artistas y promotores”, insistía en declaraciones para ABC.
“Google era una pieza clave en la estrategia engañosa de muchos esos sitios web”, Gabriel Rossy, abogado
El tema había vuelto a aparecer en la reunión de asociados que tuvo lugar en el marco del Bime Pro, en octubre. Allí Ramoneda aportó un nuevo campo de batalla al que debe hacer frente la asociación en el futuro: el pedagógico. Según expuso, uno de los retos más importantes que tienen por delante los promotores es informar al público.
Otro horizonte se vislumbra
En cualquier caso, algo se está moviendo. Quizá por eso, viendo el panorama, Stubhub, la web de venta de entradas propiedad de ebay y propietaria de la startup española Ticketbis, empezó a hacer movimientos para afianzarse en el mercado primario, con acuerdos con festivales como Sónar y promotoras como Last Tour, con quien firmó convertirse en su canal oficial durante los próximos tres años. Y en julio, después de que el Ministerio y las Comunidades Autónomas acordaran en la Conferencia Sectorial de Cultura un plan de trabajo para luchar contra la reventa online, la app y web de compraventa de segunda mano Vibbo anunciaba la retirada de todas las entradas que había a la venta en su plataforma ante la dificultad de detectar la reventa “irregular”.
Pero, ¿y Google? Pues, en principio, cedió. A finales de año la empresa aseguró que pondría barreras a las páginas de reventa a partir de enero de 2018, obligándolas a conseguir un certificado para poder usar Google AdWords, herramienta con la que consiguen los primeros puestos del buscador. En los primeros meses del año, la medida que habían anunciado a bombo y platillo no se ha aplicado, con el caso del nuevo concierto de U2 de por medio. Lo ha señalado incluso FanFair Alliance, la plataforma contra la reventa que agrupa a profesionales de la industria como Adam Tudhope, mánager de Mumford & Sons. Pero en febrero, Google ha vuelto a insistir.
En cualquier caso, a pesar de celebrar la iniciativa, Rossy señala que la compañía todavía podría hacer más si realmente quisiera atajar el problema. Por ejemplo, dejar de referirse a los términos primario y secundario y usar, únicamente, el concepto reventa, mucho más común para la mayoría de fans. “También sería positivo que estas plataformas informaran de que la reventa nunca es una opción 100% segura y que siempre existe la posibilidad de un fraude potencial, independientemente de los controles que el sitio web pueda aplicar”, añade el abogado, que todavía pone una última cuestión sobre la mesa: nunca deberían revenderse entradas cuya reventa esté explícitamente prohibida, porque con ella su comprador no adquiere el derecho de asistir al concierto.
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