Si la semana pasada explicamos cómo Genesis superó la pérdida de su líder, Peter Gabriel, esta vez analizamos la nueva reinvención tras la fuga de su guitarrista. Poco después de la partida de Gabriel y la reconversón del quintento original en un cuarteto, una nueva catarsis se cernió sobre la banda al marcharse Steve Hackett, el guitarrista, en 1977. Hackett no se sentía agusto con el papel que estaba adoptando la guitarra en la música de la banda y decidió perseguir sus propios sueños guitarrísticos. A partir de ese momento, Genesis se convirtió en un trío.
Mike Rutherford, el bajista (aunque también tocaba la guitarra) asumió el papel de guitarrista de estudio, si bien para las giras contaban con un guitarrista extra (Daryl Stuermer). No obstante, en los conciertos, Rutherford cogía ocasionalmente la guitarra y dejaba el bajo para Daryl.
Su siguiente álbum, el primero sin Steve Hackett, se tituló: ‘…And then there were three…’ y se publicó en 1978. Con él multiplicaron de nuevo las ventas de la banda, en gran parte gracias al single ‘Follow you follow me’. Phil Collins declaró: «Ese álbum añadió un cero a nuestras cuentas corrientes».
Podemos pensar que estamos ante un grupo que se las ha apañado bien para seguir adelante. Yo en cambio veo en los Genesis un ejemplo impagable de un equipo de alto rendimiento que ha sabido como nadie adaptarse al cambio y aprovechar cada ocasión para reinventarse y acercarse más y más a su público, en una carrera meteórica de ventas que crecía exponencialmente. Empezaron como quinteto imparable del rock progresivo y acabaron como trío de pop-rock millonario. Siempre hemos oído aquello de que no hay que ver los problemas como problemas, sino como oportunidades. Bien, aquí tenemos uno de los mejores ejemplos del mundo del rock para demostrar cuán valioso es ese consejo y cómo los que se enfrentan a los cambios con audacia, optimismo y creatividad no solo sobreviven a ellos, sino que cabalgan sobre ellos hacia el éxito.