«Susan Rogers ha tenido tres carreras distintas (y exitosas) dentro de la industria musical». Así la presentan en la web del Sónar. En los años 80 fue técnica de sonido de Prince. En los 90, productora, y trabajó con David Byrne, Tricky y Barenaked Ladies. Después, decidió dejar el trabajo y ponerse a estudiar. Obtuvo el doctorado en psicología en la Universidad McGill, donde estudió cognición musical y psicoacústica.
Su investigación se centró en la memoria auditiva, la percepción de las señales musicales y la influencia del entrenamiento musical en el desarrollo auditivo. El trabajo hecho en las dos décadas anteriores como productora, ingeniera de sonido, mezcladora y técnica de audio eran un complemento perfecto para su nueva carrera científica.
Hoy, Rogers es directora del Berklee Music Perception and Cognition Laboratory, donde sigue impartiendo clases. Junto con su socio y ex alumno Matthew McArthur, Rogers impulsó además el primer estudio de grabación sin ánimo de lucro de Boston, The Record Company, para ofrecer a bajo coste unas instalaciones decentes a los músicos de la zona e instrucción gratuita sobre tecnología musical a los adolescentes.
Pues bien, Susan Rogers estará en el Sónar +D para hablar de la relación entre inteligencia y música y compartirá más de 30 años de experiencia trabajando con profesionales de la música de primer nivel. «Ser profesora de ingeniería y producción en Berklee es satisfactorio porque estos jóvenes están comenzando carreras que serán extraordinariamente emocionantes. Tienen un apetito voraz por la música y grandes deseos de expresarse», afirma en su página de Berklee. «Estoy ansiosa por escuchar lo que hará esta generación al servicio de la industria de la música».
Para ella, la clave está en que sus alumnos sepan dónde ir y cómo moverse después de estudiar con ella. «No puedo llevarlos allí donde tienen que ir, pero puedo contarles cómo fue hacer ese viaje«, añade. De hecho, en su opinión «producir discos es una profesión orientada a los jóvenes. La mayoría de los productores están haciendo discos que son consumidos por personas más jóvenes. Cuando yo tenía alrededor de 40 años, me di cuenta de que estaba haciendo discos para un público universitario, en su mayoría rock alternativo, y finalmente había llegado a un punto donde ya no estaba escuchando los registros con los que trabajaba».