Sabina en el WiZink

Todo el mundo habla de Joaquín Sabina en Madrid

Si hay algo que no ha faltado esta semana en ninguna sección de cultura, ha sido una crónica de Joaquín Sabina, que ha llevado su gira ‘Lo niego todo’ al WiZink Center de Madrid, donde se dispone a ofrecer cuatro fechas -21 y 22 de junio, y 18 y 19 de julio-. Hubo opiniones para todos los gustos. Fernando Navarro, en El País, por ejemplo, escribía que «Sabina, el superviviente, no está para luchar contra lo imbatible: su pasado de gloria, [..] esa que le hace un artista transversal, un icono. No solo gusta al padre y al hijo con la misma pasión, sino que se admite que sus canciones suenen tanto en el bar de los carajillos del barrio como en el hilo musical del último centro comercial».

O Prado Campos, en El Confidencial, quien decía que «el maestro, como le llaman sus incondicionales, se salva por la campana. Esa que sigue sonando a delicadeza, a su voz de canalla, a su imagen trasnochada, a su bombín negro (o blanco) y a su nostalgia», sentimiento del que también habla Lorena G. Maldonado en El Español. «A la verbenas de Sabina acudimos como viejos fieles que visitan los domingos la iglesia con su traje más impoluto, dispuestos a tragar hostia. Puntualidad y sentidísima nostalgia», dice. Y eso que Prado del Corral asegura en El Mundo que Sabina «se ríe de las leyendas que le avalan, las crisis de la salud que le achacan o el paso del tiempo que le atribuyen. Ya no le hacen falta las comillas de sus canciones para hablar sin tapujos, para llorar sin vergüenza y para emocionarse ante lo evidente». Está claro que lo importante era estar allí.

En el punto opuesto a la nostalgia están los avances tecnológicos que han entrado con fuerza en los festivales de música. Miles de personas, comida, bebida, merchandising, varios escenarios y música era hasta hace unos años la receta perfecta para conseguir un buen festival, pero ahora, a este cóctel se ha añadido un ingrediente más: la tecnología. El dinero físico se ha sustituido por el pago cashless, los grupos musicales recurren a los formatos multimedia y a la última tecnología para sorprender con sus actuaciones y los organizadores del evento hacen uso del big data para tener un control total de lo que ocurre en el festival. Sónar, Cruïlla y Mad Cool son algunos de los protagonistas del reportaje.

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Todo aficionado a la música habrá flirteado alguna vez con la posibilidad de ver a su banda predilecta tocando para él, sólo para él. Pues bien, un seguidor de la banda vasca Berri Txarrak tuvo ese extraño honor este martes en la localidad francesa de Nantes. Triste pero cierto; había más gente sobre el escenario que en la platea. Cosas del directo. Lejos de cancelar el bolo ante la presencia de un solo espectador, los de Lekunberri decidieron ir con todo. “Es algo que puede ocurrir… y no pasa nada».

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