En España, el mundo de la música no empezó a crecer hasta entrados los años 80, sobre todo al nivel de artistas nacionales: la movida madrileña, el punk gallego, el rock radical vasco y la naciente rumba catalana eran entonces algunos de los focos de creación de la juventud del Estado.
La industria discográfica se afianzó en la capital tras la fusión de alguna compañía importante y su traslado posterior de Barcelona a Madrid. Respecto a los artistas internacionales, solo un puñado de promotoras, no más de cuatro o cinco, empezaron a generar movimiento, arrastrando también a los artistas nacionales.
Podríamos decir que en los 80 la incipiente industria de la música en España empezó a moldearse. Pero la administración volvió a ser su motor principal, con las consabidas consecuencias. La inflación de precios de las bandas nacionales, la competencia entre municipios y los conciertos gratuitos no permitieron el nacimiento de un sector organizado y fuerte. Los representantes de zona, que proveían de orquestas y payasos las fiestas anuales de pueblos y ciudades, entraron en el campo de las bandas de música popular y las ofrecieron a sus clientes. Así, lo único que consiguieron fue generar una burbuja que no tardó en desembocar, a mediados de los ochenta, en la primera gran crisis del sector.
La misma falta de empresas privadas obligó a las pocas que había a tener que representar todos los papeles de la obra. Tareas de management, agencia y promotora se juntaron por necesidad debido a la falta de actores. En ese mismo momento, en el resto de Europa y Norteamérica, los roles estaban muy bien definidos y claros. Allí el sector había empezado a desarrollarse prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial. Primero con el jazz en los años 50 y después con la entrada de la música popular negra (rock, ryth’n’blues) y el pop de carácter británico en los 60, la industria del directo se había consolidado con una estructura firme y compartimentada.
Allí un manager era un manager, el que asociado con el artista desarrollaba su carrera, negociaba con las discográficas y buscaba un buen agente que le pudiera organizar las giras y conciertos con garantías intermediando con los promotores, el tercer elemento básico del triángulo. Zapatero a tus zapatos.
En 1988 organicé mi primer concierto en la sala Comunique de Sants, Barcelona. En ese momento, que recuerde, solo estaban Doctor Music, Gay & Co, Pino Sagliocco Presenta, RLM, Tiburón y Colectivo Promoción Jazz. The Project y nosotros, Cap-Cap Produccions, acabábamos de nacer. Éramos cinco de Barcelona, una de Madrid, una de San Sebastián y otra de Valencia.